Acabar con el estigma y los tabúes en torno a los trastornos mentales. Una mejor pedagogía en los medios de comunicación. Es lo que pide Feafes Salud Mental Extremadura.

Según los datos manejados por la organización, unas 30.000 personas sufren algún tipo de trastorno mental en la región. Pero a pesar del número, los estereotipos y prejuicios persisten. Lo explica en entrevista con El Periódico Extremadura Inmaculada Valero, responsable técnico de Feafes y miembro del Observatorio de Salud Mental de Extremadura.

«Queremos acabar con el estigma y los medios de comunicación tienen un papel muy importante. Hay que ser responsables», dice Valero.

Desde la organización piden más cuidado en el lenguaje, especialmente en las noticias de sucesos, para no dar la imagen de que las personas con trastornos mentales son más propensas a la violencia que otros miembros de la sociedad. De hecho, los datos avalan que ese no es el caso, todo lo contrario.

«Todavía existen recelos. Eso se ve en los comentarios que se hacen en las redes sociales. Hay como un misterio que provoca miedo», explica Valero.

Por eso, desde su organización promueven la campaña #AlertaEstigma, que incluye un decálogo de recomendaciones para los medios de comunicación.

«Los medios informan en general muy bien cuando se da una información sobre la salud. El problema suele venir en las noticias de sucesos, en las que nos encontramos titulares tremendistas y en las que se liga el acto violento con problemas de salud mental», detalla.

La clave está en el cómo se da la información. Así lo explica en cuanto a la cobertura de suicidios, un debate que aún sigue abierto entre periodistas: «Hay que hablar del suicidio pero de manera correcta, destinada a la prevención, aportando datos, indicando dónde pedir ayuda, no recurriendo al sensacionalismo», argumenta.

Términos desfasados

Del mismo modo, desde Feafes se pide que se dejen de utilizar términos desfasados, como el de ‘psiquiátrico’: «Las personas con trastornos mentales tenemos una historia a nuestras espaldas. Antes existían los manicomios, donde estaba toda persona que era incómoda para la sociedad. Después se pasó a los psiquiátricos, que pretendían dignificar a las personas con trastornos pero apartadas de la comunidad. Ese modelo hoy ya no existe ni debe existir», detalla.

«Primero porque las personas con trastornos mentales son personas que tienen un problema de salud y deben ser atendidas como cualquier otra en su misma comunidad», defiende.

Para ello, esos antiguos recintos, en el caso de Extremadura en Mérida y Plasencia, han sido reconvertidos en centros sociosanitarios. Un enfoque vital para evitar la discriminación y lograr la plena inclusión de personas con trastornos que tienen diagnosticada una discapacidad, una gran parte de los casos.

«Hacen falta muchos recursos, no sólo a nivel sanitario sino también sociosanitario, para que haya inserción social y laboral. También que los programas tengan cierta estabilidad», demanda.

En una sociedad en la que diferentes trastornos como la depresión van en aumento, naturalizar la salud mental es necesario.

«Estamos medicalizando los problemas cotidianos de la vida. Es normal estar tristes, tenemos que aprender a gestionar nuestras emociones. Obviamente la medicina sirve, y mucho, pero hay una sensanción de que ya no se puede llorar. Esa necesidad de ser feliz y el estrés al que estamos sometidos puede mellar en nuestra salud mental», advierte.

Hablar, buscar apoyo y romper con viejos tabúes ayuda. Eliminar estereotipos y prejuicios es el primer paso.