¿Y si lo que uno decide finalmente es no ir a la universidad? Esta podría ser la opción que tomó uno de cada cinco estudiantes que aprobaron las pruebas de acceso y que no llegaron a matricularse en ninguna facultad extremeña en el 2015 (un 16,4%), según las estadísticas disponibles en la Universidad de Extremadura. ¿Para qué pasaron entonces ese millar de jóvenes por un trago como la selectividad? Quizá porque no tenían claro qué estudiar y necesitaban un tiempo de reflexión. Tal vez acabaron ingresando en alguna universidad fuera de Extremadura, la opción escogida por las dos mejores notas de selectividad este año y, por eso, no constan en esta estadística. Pero tampoco es descabellado pensar que un buen puñado de ellos optaran por cursar ciclos formativos de grado superior.

"Es una alternativa cada vez más atractiva y no deja de ser un modo de conocer una profesión de un modo más práctico", indica Cristina Caldas, orientadora de Educaweb. Por supuesto, entre el grupo de los que aprueban la selectividad y no van luego a la universidad están también quienes se ponen a trabajar (quizá harán la carrera más adelante) y también quienes se toman un año sabático. Esta tendencia, muy extendida entre los estudiantes anglosajones de clases media alta y alta, empieza a tener incidencia entre los españoles de entre 18 y 19 años de similar extracción socioeconómica.

En esto de la universidad, ni los que lo tienen muy claro aciertan siempre a la primera. Un estudio de la Universidad de Barcelona sobre las razones del abandono constata que "un 81,2% de los jóvenes que dejan la carrera el primer año habían escogido esos estudios como primera opción". No se trata, por tanto, de estudiantes que cayeron de rebote en esos estudios.

Reforzar las tutorías

Una de las propuestas de este estudio "es que se refuercen las tutorías, también en la universidad". "Ya existen planes de acción tutorial, pero tendrían que personalizarse más y divulgarse mejor entre los alumnos", indica el catedrático de Economía Aplicada Jordi Suriñach. El propósito es evitar que un estudiante deje la carrera porque se le trata como si fuera un número más. "También el profesorado de secundaria necesitaría de una formación específica, entre otras razones, porque los servicios de orientación de los institutos muchas veces no dan al abasto para atender a todos los alumnos", dice otra profesora.