Extremadura guarda una parte de Sadam Hussein. Conviene aclarar --no vaya la CIA a incluir Mérida en su lista negra , como le ha pasado a Olivenza-- que la herencia de Sadam nada tiene que ver con supuestas armas de destrucción masiva ni con terroristas afines a Bin Laden. Se trata de una magnífica daga árabe, del tipo denominado khanjar , con hoja de acero de filo curvado, mango de plata maciza y vaina adornada con motivos árabes, y un juego de té, igualmente en plata.

Ambos objetos, que el azar trajo hace unos meses a Extremadura, fueron regalados por el depuesto presidente iraquí Sadam Hussein al entonces director de la Academia Militar de Toledo, el teniente general Luis Alvarez Rodríguez. Fue en 1974, cuando Sadam realizó su único viaje oficial a España. Aunque en ese momento sólo era vicepresidente de su país, ya se adivinaba lo que ocurriría tres años después, cuando se adueñó del Gobierno.

El militar español, cuyo nombre saltaría a las páginas de los periódicos ocho años después, ya que en su condición de presidente del Tribunal Superior de Justicia Militar fue el encargado de dirigir el juicio contra los implicados en la intentona golpista del 23-F, colocó la daga en un lugar destacado de su residencia en pleno centro de Madrid, mientras el juego de té permanecía empaquetado.

"Los dos objetos estuvieron en casa de mi abuelo 20 años y, aunque veía la daga con frecuencia, nunca supe su procedencia", explica Francisco Alvarez, nieto del teniente general. Fue tras la muerte de Luis Alvarez, en 1999, y la de su esposa, dos años después, cuando los herederos decidieron sacar los objetos de valor de la casa antes de venderla. "Siempre me había llamado la atención la daga, y le dije a mi padre que si podía quedármela. Fue entonces cuando me contó la historia de los regalos, lo que hizo que me interesaran aún más", señala Francisco Alvarez.

Así, Alvarez, afincado en Extremadura desde hace seis años, trasladó hace sólo unos meses a su casa, en Mérida, los regalos de Sadam, que reposan junto con una fotografía donde se ve a un Hussein aún muy joven en el momento en que entrega la daga al teniente general.