El pasado septiembre Beatriz Sánchez dejó Cáceres para instalarse en la ciudad italiana de L’Aquila y vivir la experiencia Erasmus. «Iba a ser el año de mi vida, pero llegó el coronavirus». Y adelantó el regreso a casa, que tenía planeado para julio. «Me volví el 11 de marzo. Estaba con otros compañeros de Cáceres, las madres empezaron a ponerse supernerviosas por la situación que ya había en Italia y todo mi círculo prácticamente volvió a su casa», cuenta.

Hizo las maletas pensando en pasar un par de semanas o un mes como mucho en Cáceres, pero no ha vuelto a moverse de la región. La vuelta fue otra experiencia aparte en sí misma. «No hemos pasado el confinamiento en Italia por los pelos. Sacamos los billetes de avión para volar desde Roma y justo cuando llegamos allí nos enteramos de que habían suspendido los vuelos a España. De casualidad encontramos un ferry a Barcelona que salía de un pueblo cercano y nos embarcamos 25 horas de viaje» De la ciudad condal cogieron un vuelo directo a Badajoz y cuando llegaron a Cáceres, el grupo decidió pasar unos días de cuarentena juntos antes de reunirse con sus familias. Y aquí, a miles de kilómetros de su universidad italiana, está terminando la experiencia Erasmus como nunca habría imaginado. «Nos están evaluando con exámenes online en inglés o italiano y con trabajos; todavía me queda alguno pendiente para terminar», apunta esta estudiante ADE y Turismo.

Allí se ha dejado algunas de sus cosas porque «pensaba que no sería para tanto tiempo». Y se ha dejado por el camino varios viajes que ya tenía organizados para la primavera. «Es que justo ahora empezaba lo mejor y nos hemos quedado sin nada. «A la semana siguiente de volver me iba a ir unos días a Ámsterdam y luego a Croacia», lamenta.

También se quedó sin despedirse de sus compañeros de aventura, pero han quedado este verano en reunirse en Málaga. «Y en septiembre quiero volver a Italia».