Numerosas fotos de lo que fue el campo de concentración de Castuera forman parte de la exposición Cartografías silenciadas , de la artista valenciana Ana Teresa Ortega y que se exhibe hasta el próximo 9 de septiembre en el Palau de la Virreina de Barcelona. Aparte de las instantáneas, en la exposición puede contemplarse diferente material audiovisual de los enclaves actuales en los que estuvieron aquellos centros penitenciarios, además de reproducciones de documentos y mapas que la artista ha recopilado tras un largo trabajo de investigación por archivos españoles.

Ortega, que es profesora en la Facultad de Bellas Artes de Valencia, recuerda que "conforme iba avanzando el ejército franquista, el número de prisioneros de guerra y detenidos políticos fue cada vez mayor" y, abarrotadas las cárceles, "habilitaron para esos presos todo tipo de centros de detención: escuelas, conventos, iglesias, plazas de toros, barracones y otras edificaciones".

Aunque en muchos casos el espectador tiene que hacer un ejercicio de imaginación para saber cómo eran aquellos centros de represión, Ortega no oculta haber sentido escalofríos en algunos campos donde todavía quedan vestigios. "El más evidente es el de Castuera, en el que se conservan las huellas de los barracones, de las calles, de los cañones, de las oficinas, de la alambrada que bordeaba el campo, el pilón donde estaba el mástil con la bandera, los retretes y los lavaderos", apunta.

Estos campos de concentración, añade Ortega, tuvieron como finalidad "la clasificación de los prisioneros para la depuración, la represión y la explotación". Durante tres años, Ortega se ha movido por todo el territorio español y se ha puesto en contacto con historiadores locales que le han llevado sobre la pista de los espacios físicos en los que estuvieron ubicados estos campos.

Tras la Guerra Civil, el régimen creó el Patronato para la Redención de Penas, que obligó a los miles de prisioneros a trabajar como esclavos "a través de colonias penitenciarias militarizadas para la reconstrucción de las denominadas regiones devastadas".

Sobre la futura ley de la Memoria Histórica que promueve el Gobierno, Ortega considera que "se queda corta, porque se conforma con declarar ilegítimos los juicios sumarísimos, en lugar de anularlos, que sería de justicia histórica".