Un nuevo vertido contaminante y una nueva industria olivarera detrás. Organizaciones ecologistas de la región critican que la normativa sobre los vertidos se incumple reiteradamente por parte de las fábricas de este sector, que aglutinan en los últimos años una veintena de denuncias por parte de estos colectivos. "Estamos hartos ya de denunciar estas situaciones", asegura Pablo Ramos, responsable de Ecologistas de Extremadura. Hace solo unas semanas un ganadero de San Martín de Trevejo alertó de que su ganado estaba muriendo tras beber agua de las lagunas de la zona, lagunas a las que llegan directamente desde tuberías de una olivarera próxima residuos altamente contaminantes que no solo ponen en riesgo la ganadería, sino también la agricultura y la salud de la población, dice Paca Blanco, coordinadora de Ecologistas en Acción de Extremadura. Según Blanco, el ganadero lleva más de 40 reses muertes y el problema, pese a que la industria cementó el lago, persiste. "No se ha solucionado porque siguen vertiendo residuos y las tuberías se han reventado", dice.

El último caso que Ecologistas en Acción lleva denunciando en reiteradas ocasiones no tiene visos de solución. La empresa Olea Nostra de Talayuela, foco de continuas críticas por vertidos de residuos contaminantes al río Tiétar, plantea aumentar su factoría para incrementar su producción, y así también el problema medioambiental, asegura Blanco. Ayer el DOE publicó el periodo de información pública de la autorización ambiental para el proyecto de ampliación. "No nos oponemos a que la empresa crezca, pero no puede hacerlo a costa del medio ambiente", coinciden los ecologistas.

El problema, según Blanco, es que estas industrias se están valiendo de la pasividad de la Administración ante las denuncias de los ecologistas e incluso de los propios agentes del medio natural y el Seprona para seguir sin gestionar los residuos que generan, "porque además si la sanción les llega les sale más barato pagar la multa que gestionar sus vertidos". La normativa obliga a las olivareras a tener unas balsas de evaporación de sus residuos --alpechín en las almazaras y sosa cáustica en las aceitunas de mesa-- que si se llenan deben pasar a otro sistema de absorción o bien ser transportados y gestionados en otro sitio, explica Blanco.

La coordinadora considera incluso que existe "chantaje" entre empresas y Administración para mantener los puestos de trabajo. Por eso lo que piden, una vez más, es contundencia al gobierno para atajar estos vertidos, un control rutinario de las industrias olivareras y los rios próximos y la implicación de los ayuntamientos para que creen normativas que permitan un control fácil de estos vertidos, puesto que "en muchos casos no se saben de dónde proceden, e incluso se aprovechan los días de lluvia para verter los residuos que se diluyen con el agua y eludir responsabilidades", critica Pablo Ramos. A estos dos casos, Ramos suma vertidos en Montehermoso, Almendralejo, Monterrubio y en la Ribera de Olivenza, de los que los ecologistas sospechan de una fábrica de aceitunas de Valverde de Leganés.