Isidoro Huerta, natural de Cabezuela del Valle (Cáceres), es jardinero, tiene 59 años y puede presumir de que en sus manos recae el cuidado de un peculiar y desconocido cementerio, único en España, donde descansan exclusivamente restos de militares alemanes de la I y II guerra mundial.

En la comarca cacereña de La Vera, a unos trescientos metros de uno de sus iconos más conocidos, el Real Monasterio de Yuste, última morada del emperador Carlos I de España y V de Alemania, se encuentra el cementerio militar alemán de Cuacos de Yuste.

En este camposanto descansan 26 militares germanos de la Primera Guerra Mundial y 154 de la Segunda Guerra Mundial que pertenecieron a tripulaciones de aviones que cayeron sobre España, submarinos y otros navíos de la armada hundidos.

Realmente, según detalla el libro El Cementerio Militar Alemán de Cuacos de Yuste, de José Carlos Violat, Agustín Ruzafa y Francisco Javier Verdú, en el cementerio, reposan los restos identificados de 155 soldados, marinos y aviadores alemanes.

Otros 25 enterramientos no alojan restos humanos, al ser imposible localizarlos, de los que 17 muestran sus nombres y 8 son de militares desconocidos, en las que se puede leer la inscripción "Ein Unbekannter Deutscher Soldat" (Un soldado alemán desconocido).

Algunos de ellos murieron en hospitales españoles a causa de sus heridas y sus tumbas estaban repartidas por toda España, allí donde el mar los arrojó a tierra, donde cayeron sus aviones o donde perecieron.

El Volksbund (asociación alemana encargada de velar por los cementerios de guerra alemanes) entre los años 1980 y 1983 los reunió en esta última morada y desde entonces sufraga el mantenimiento del recinto, que forma parte de la historia de la localidad de Cuacos de Yuste desde hace casi 35 años.

Una vez dentro sorprende su sobriedad y el hecho de que todas las tumbas son iguales. En las cruces de granito, perfectamente ordenadas en hilera, puede leerse el nombre del soldado, su categoría militar y su fecha de nacimiento y muerte.

El cementerio, que fue inaugurado el día 1 de junio de 1983, está siempre abierto y de su mantenimiento se encarga, en la actualidad, el jardinero extremeño Isidoro Huerta.

"Cuando vengo respiro tranquilidad. Me siento muy acompañado y las personas que lo visitan también dicen lo mismo, que aquí se siente paz y tranquilidad", afirma Isidoro en declaraciones a Efe.

Tras quejarse de la falta de agua, la merma de fondos de la Volksbund para el cuidado del entorno y hacer de guía improvisado de una pareja de turistas que contemplan "perplejos" el lugar, explica que cada año, con motivo de la celebración del Día de los Difuntos en Alemania -18 de noviembre- representantes de la Embajada de Alemania en España visitan el cementerio para recordar a sus compatriotas muertos.

"Yo llevo seis años aquí y cuando vienen a celebrar su fiesta, una de las cosas que siempre reivindican ellos mismos es que esto no vuelva a ocurrir y, además, piden perdón constantemente tanto al pueblo judío como al resto del mundo", detalla el guardián de las tumbas.

El cementerio no reporta beneficio económico alguno a las arcas municipales de Cuacos de Yuste, pero, según asegura su alcalde, José María Hernández, "es una joya, además de una suerte y un orgullo" que esté ubicado en el término municipal.

Hernández hace hincapié en que el recinto invita a la reflexión y a buscar la concordia y la paz y aclara que los militares alemanes enterrados en Cuacos "no tuvieron nada que ver con la Guerra Civil Española".

En la entrada del camposanto, una placa nos invita a "recordad a los muertos con profundo respeto y humildad".