La situación de Izquierda Unida se complica día a día. El culebrón de división interna que vive la coalición vivió ayer un nuevo y sorprendente episodio en el Parlamento regional.

Todo sucedió cuando tomó la palabra el diputado de IU-Siex Cristóbal Guerrero, secretario general del Partido Comunista de Extremadura y rostro de la facción crítica con la actual dirección. En teoría Guerrero se disponía a defender las enmiendas de su grupo a la nueva ley farmacéutica... pero solo en teoría. Apenas llevaba un minuto hablando cuando citó lo que llamó sus "condicionantes". Según explicó, hace tres semanas solicitó que la Cámara le concediera la dedicación exclusiva, pero esta le fue denegada por el presidente del Parlamento, Federico Suárez, "en coalición con la señora Rejas", dijo en referencia a la portavoz de su grupo, Teresa Rejas.

Tras varios minutos de discusión con Suárez, Guerrero se negó a hablar de otro tema que no fuese su liberación hasta que el presidente le retiró la palabra. El diputado de IU-Siex acató la orden, tras mostrar su disgusto, y abandonó el hemiciclo, al que ya no retornaría.

Tras esta discusión se esconde un problema de fondo. Hace tres semanas Cristóbal Guerrero solicitó a la Mesa de la Cámara que le liberase --con un salario de unos 53.000 euros anuales-- tal y como hizo en su día con 11 diputados del PSOE y 8 del PP. Sin embargo, en el momento en el que se alcanzó el acuerdo, en octubre del 2003, IU renunció a esta posibilidad --le correspondía un diputado liberado-- a cambio de la contratación de dos asistentes para el Grupo Parlamentario. Ahora Guerrero pretendía anular ese acuerdo sin contar con sus compañeros, que ayer se reconocían "abochornados" por una situación que, según la transcripción de la sesión, generó "risas" entre los asistentes. Además, Guerrero se marchó a pesar de que tenía que intervenir en otros dos puntos del Pleno.

Es una izquierda desunida que con tres diputados no se pone de acuerdo.