En la terraza del Charlotte, en la cacereña calle Amberes, tres jóvenes apuran el desayuno de la mañana de un sábado que ha amanecido con una bajada poderosa del termómetro. Uno de ellos, PabloTinajas Rosado, tiene 22 años y está estudiando Matemáticas en Madrid;primero estuvo en un colegio mayor y ahora comparte piso en la zona de Ibiza, muy cerca del Retiro. Su experiencia personal le dice que adquirir una vivienda en la capital de España es una tarea hoy por hoy casi imposible.Solo él, abona mensualmente 409 euros. Son 6 en la casa, de manera que el casero cobra cada mes nada menos que 2.450.

A su lado está Álvaro Rodriguez, de 23 años. Trabaja en una empresa informática en Cáceres y vive con sus padres. Se ha planteado independizarse, pero «hasta que no sea capaz de costearlo no lo puedo hacer», confiesa.

Y es que aunque el esfuerzo económico que debe hacer un joven extremeño para acceder a un hogar, tanto de compra como de alquiler, es de los más bajos de España, esta realidad no es sinónimo de mayor emancipación en Extremadura.Al menos así se desprende del último Observatorio de Emancipación Juvenil, donde se muestra que la población joven en la región tiene mayores dificultades para alcanzar una estabilidad económica, ocupando en 2019 la segunda tasa de paro juvenil más alta del país (39,7%) con un aumento anual de 1,6 puntos y una fuerte incidencia del desempleo de larga duración (41,3% frente al 28,1% para el conjunto estatal).

Sin olvidar, que para aquellas personas que sí trabajan, el salario es de lo más bajos de toda España, con una media de 9.764,27 euros netos anuales, según ha informado el Consejo de la Juventud de Extremadura.

Así pues, en conjunto, esta precariedad de las condiciones socioeconómicas convierten a esta franja poblacional en un colectivo «altamente vulnerable» ante la pobreza y la exclusión social, que según datos del Observatorio de Emancipación sigue saliendo de la región por la falta de oportunidades, algo que se refleja en la pérdida de población joven.

Por todo ello, el Consejo de la Juventud de Extremadura, en colaboración con otros consejos territoriales y con el Consejo de la Juventud de España, ha firmado un Manifiesto por la Juventud, que expone los datos de este informe y alerta de las consecuencias que la actual crisis socioeconómica puede tener para la juventud, como las que ya hubo en la anterior crisis de 2008.

Además, el documento recoge medidas y propuestas en torno a las condiciones socio-laborales, gestión del ocio y el tiempo libre, políticas de juventud y participación democrática.

Por último, también hace un llamamiento a la responsabilidad, especialmente a los medios de comunicación, para que no se creen «estereotipos negativos sobre la juventud en España».

Los mejor preparados

Y es que los jóvenes extremeños, los mejor preparados, pueden presumir de un currículum más brillante que los de hace una década. Sin embargo, la mayoría deben conformarse con lucir esos títulos en casa de sus padres.

En la comunidad autónoma, los registros de emancipación juvenil siguen estancados y ahora agravados por el fuerte impacto de la crisis económica derivada de la pandemia del coronavirus.

En la terraza del Charlotte también está Carlos García García, de 23 años. Acaba de terminar la carrera de Química en Salamanca. Durante los tres últimos cursos estuvo viviendo de alquiler en un piso compartido. Define el futuro como «bastante complicado». Apunta que si las circunstancias lo permiten se irá a Badajoz para hacer un máster de Educación. «Dependiendo de la ciudad que vivas, es más fácil o más complicado tener un piso».

Seguramente por eso el alquiler se ha convertido para muchos en la única opción de acceso a la vivienda ante la incapacidad de poder pagar una casa en propiedad. El Banco de España se refiere en concreto al «impacto que la recesión ha tenido sobre las condiciones del mercado laboral, en especial entre los jóvenes».

El colectivo de entre 20 y 24 años han visto cómo sus ingresos se desplomaban. Asimismo, los jóvenes han sido los más castigados por el desempleo y una vivienda en propiedad sigue suponiendo una enorme barrera.

«Si quieres vivir solo, debes destinar cerca de un 90% de tu salario a pagar el alquiler», asegura Alejandro Jiménez, de 28 años que acaba de culminar un máster de cine en Madrid.El pacense trabaja en la capital en una productora, pero precisa ayuda de sus padres. Él es un ejemplo más de esos estudios que evidencian que apenas 19 de cada 100 jóvenes logre emanciparse.

La compra o alquiler de vivienda se sitúan en la actualidad tremendamente lejos del alcance de numerosos jóvenes en el país. «Haría falta un salario de cerca de 2.000 euros para que el pago de una hipoteca no suponga un sobrecoste en los hogares jóvenes. Esto es, que no se destine más del 30% de los ingresos mensuales al pago de la vivienda», concluye Alejandro.

Precariedad

Aunque la inestabilidad laboral hace que quienes se van de casa antes de los 30 años compartan piso. Un ejemplo es el de Clara Fernández, una emeritense que trabaja en Sevilla. Estudió Magisterio, está preparando unas oposiciones y mientras tanto contabiliza su preparación online en una academia con su trabajo de camarera en un restaurante de Triana. «No hay estabilidad, o tienes un sueldo alto o necesitas la ayuda de tus padres. La mayoría de mis amigos están igual», agrega.

Esta situación se repite entre los jóvenes que residen en nuesra comunidad autónoma. La emancipación residencial en Extremadura no se fundamenta en un contexto socioeconómico especialmente halagüeño. Claudio López tiene 26 años y es mecánico en un taller de coches de Plasencia. «Cuando un joven logra acceder al mercado laboral hay un alto riesgo de realizarlo en condiciones precarias», señala.

Ante este escenario es frecuente que gran parte de los jóvenes extremeños opten por trasladar su lugar de residencia a otros lugares de la geografía española como Madrid, Cataluña, Andalucía o las Islas Baleares. Es el ejemplo de Daniela Guzmán, nacida en Almendralejo y que hace dos años trasladó su residencia a Palma de Mallorca, donde trabaja como recepcionista en un hotel de Manacor. «Me fui de Extremadura porque las personas jóvenes allí no podemos emanciparnos debido a cuestiones como la precariedad laboral o la temporalidad».

Teóricamente, cuanto mayor es el nivel de estudios, más probable es que estés emancipado, sin embargo, esto no ocurre en Extremadura donde la autonomía residencial es más probable entre la población con estudios secundarios postobligatorios terminados. «Necesitamos empleos cualificados que tengan futuro», concluye Javier Cortés, un estudiante de Zafra que el próximo curso terminará Derecho. Entre risas, y casi parafraseando a aquella famosa canción de Jennifer Lopez, se pregunta: «Y mi piso, ¿pa cuándo?».