La ganadería ecológica de vacuno que gestiona Enrique Vega está situada entre los términos municipales de Oliva de Plasencia y Guijo de Granadilla, junto al yacimiento arqueológico de Cáparra. En total, son 135 vacas para una superficie de 400 hectáreas, una densidad que es una cuarta parte de la que podría haber en una explotación convencional. Y es precisamente el exceso de carga ganadera la principal causa, incide Vega, de la degradación de la dehesa, al impedir que el arbolado se regenere convenientemente.

En este sentido, explica que este aumento de la cabaña ha tenido su origen en dos factores. Por una parte, en que la industria empezó a poder transportar pienso a las explotaciones para alimentar a las nodrizas. "Antes de los setenta no entraba ni un gramo, con lo que la cifra de animales estaba ajustada a lo que podía dar de comer la dehesa", detalla. Por otra, en que la PAC se decantó por un sistema de ayudas por cabeza para el vacuno. "Nuestras autoridades deberían haberle dicho a Europa que las dehesas no aguantan esa carga. Ahora, lo que habría que hacer ya es desacoplar las ayudas --desvincularlas de la producción--, al menos en parte". Con la crisis de precios que atraviesa el sector, y los piensos "por las nubes, en estos momentos no interesa alimentar vacas. Al día siguiente de desacoplar las ayudas, habría la mitad de ellas en Extremadura".

Vega es biólogo de formación y ganadero desde hace más de tres décadas, dos de ellas con producción ecológica. "El mérito lo tuvo mi madre, dueña de la explotación en ese momento, por dejarme gestionar en ecológico en tiempos en los que la comercialización era muy complicada", cuenta.

En su opinión, producir con calidad puede ser una vía también para hacer sostenibles las explotaciones ganaderas. "Apostamos por la calidad y eso conlleva la protección del medio, de la diversidad tanto de especies como de hábitats. No se puede hacer calidad criando animales en cemento", afirma.

Eso supone cuidar todo el entorno, empezando por el suelo, al que se debe proteger "de la erosión, de los nitratos, de la presión de la boca de los rumiantes...", resalta. Vega también incide en la conveniencia de elegir razas autóctonas. En este sentido, argumenta que sus ejemplares necesitan menos comida --lo que permite introducir menor cantidad de insumos en la explotación-- y que están mejor adaptados al sustento que se puede encontrar en la dehesa. Además, señala, la carne que se obtiene "es de bastante mejor calidad". "En definitiva --arguye-- se trata de proteger el patrimonio cultural de Extremadura, la dehesa, regenerándola", pero también "la salud del consumidor".

Cooperativa

Junto a otros ganaderos ecológicos, en el año 2000 puso en marcha una cooperativa que se dedica a la comercialización de canales de ternera y de aceite ecológicos --en la explotación hay seis hectáreas de olivar--, productos ambos para los que cuentan con marcas registradas. "Comercializamos directamente nuestros productos ecológicos. Nos hemos decantado por los canales cortos de comercialización", subraya.

El ciclo se ha completado con la apertura en Plasencia de Ambrosía, un establecimiento de venta y degustación de productos ecológicos. "Es un proyecto novedoso donde nos juntamos tres obradores, un espacio donde ofrecemos alimentos directamente del campo al consumidor. Es una despensa natural, donde hacemos artesanía alimentaria ".