Miguel Villafaina puede dar una visión de cuál es la situación de la dehesa tanto desde un punto de vista económico, ya que gestiona una explotación ganadera en Jerez de los Caballeros, como desde el ambiental, como técnico de la organización agraria UPA-UCE en una Agrupación de Tratamientos Integrados para la Agricultura (Atria) de dehesa en esta zona de la provincia de Badajoz.

Como ganadero, hace quince años que se hizo cargo de la explotación familiar que anteriormente había dirigido su padre. Tres lustros de experiencia que le permiten tener claro que, económicamente, el gran obstáculo para el mantenimiento de las dehesas es su "viabilidad". "El problema viene derivado de que los costes de producción no han parado de subir mientras que la tendencia en los precios de venta ha sido la contraria. Y eso nos está asfixiando. Si a eso le sumamos que puede venir un año malo de climatología como lo fue el pasado, pues ya es el colmo", sostiene. Este escaso margen de beneficios obliga, a su vez, a aumentar el número de cabezas en las explotaciones, lo que dificulta la regeneración. "Antes, nuestros padres o abuelos podían vivir con pequeñas explotaciones porque tenían buenos márgenes, ahora es imposible, se necesita que sean de gran tamaño para que esto pueda ser rentable", detalla.

Su explotación es de vacuno y de porcino ibérico, un sector este último indisolublemente unido a la dehesa pero en el que "la tendencia es a cerrar, porque no puedes permitirte el lujo de estar perdiendo dinero mucho tiempo y llevamos haciéndolo seis o siete años. Llega un momento en que tienes que cerrarla, porque esto es inviable". En su caso, de hecho, la parte de cebo está "prácticamente cerrada" y solo mantiene la de producción de montanera.

El futuro, recalca, pasa por "dar rentabilidad a nuestros productos o lo vamos a tener mal. Tenemos que saber potenciar la calidad que nos aporta la dehesa, que esta se nos pague. Si no, no pintamos nada"

Villafaina, que es ingeniero técnico agrícola, lamenta que la dehesa vaya perdiendo masa arbórea, porque "ni ganaderos ni Administración están haciendo nada por la regeneración. Al no haber plantas jóvenes, la densidad se va reduciendo". A su juicio, desde el ámbito público se debería apoyar económicamente la renovación del arbolado, pero también cree que los ganaderos "deberían ser más conscientes de la importancia que esto tiene para su futuro". De lo contrario, concluye, "nuestros hijos o nietos no podrán ver la densidad de árboles que tenemos actualmente".