El enfrentamiento social que ha avivado la posible explotación de la mina de litio de Cáceres ha puesto el foco en el sector de la minería. «Ahora se está convirtiendo en el enemigo de la sociedad, en el demonio, cuando realmente todo lo que nos rodea está constituido por minerales que se extraen de algún sitio. Muchos de esos minerales los tenemos en Extremadura y lo que tenemos que hacer realmente no es luchar en contra de la minería, sino luchar para que si esos minerales se tienen que extraer aquí porque existe esos recursos, se extraigan de la forma más sostenible posible y que la industria que lleva asociada esos recursos se quede en Extremadura, que no seamos meros extractores de materias primas sino que también se transformen aquí», defiende Juan José Tejado, presidente de la Asociación Geológica de Extremadura (Agex).

«De poco sirve que al final dentro de cinco o veinte años se pongan a extraer litio de Cáceres y luego se lo lleven en camiones a Alemania para fabricar baterías de litio y se quede allí el valor añadido; hay que luchar porque si esos recursos se explotan, la fábrica de las baterías de litio se instale en el polígono Las Capellanías, que la industria tecnológica y de calidad que tienen asociadas estas materias primas se quede en la comunidad de donde salen», insiste.

Este experto, doctor en Física Aplicada, señala que se está demonizando en exceso un sector del que siempre ha vivido la comunidad y que puede contribuir a su desarrollo. «No se trata de prohibir por prohibir y que la minería se convierta ahora en el ogro de la sociedad, estamos equivocados. Está bien que conservemos nuestro entorno, debemos hacerlo, pero también hay que generar riqueza para la región y la minería puede ser uno de esos elementos».

Tejado señala que la ley de minas que regula los permisos de investigación y explotación de un recurso minero es «muy garantista y los aspectos medioambientales son muy tenidos en cuenta en esos trámites». Precisamente por ello, además de por el retraso de la propia administración central, acabó cerrando la mina de Aguablanca y dejando a decenas de trabajadores en el paro. La demora de la declaración de impacto ambiental (DIA) necesaria para iniciar las extracciones subterráneas del níquel de aquella mina que hasta ahora se explotaba en superficie, motivó que la empresa no pudiera aguantar más tiempo; tampoco ayudó el precio de ese metal en el mercado. «Si no hubiera sido necesaria la DIA, la empresa habría seguido explotando en el interior de la mina cuando se acabó la materia de la superficie».

Por eso insiste en que la minería no debe convertirse ahora en el enemigo a batir, «no va a destruir la región, no es así». Sin embargo, apunta que sí se parece que se está convitiendo en ello porque «cuando una persona tiene fijado un criterio es muy difícil que atienda a cuestiones y argumentos técnicos». Sin embargo, luego todos consumimos esos productos que contienen litio, hierro, volframio, estaño,... «porque todo está construido con esos elementos». Por eso considera que los movimientos de oposición a ciertos proyectos son básicamente enfrentamientos territoriales. «Si es en mi jardín no lo quiero, pero si es en el del vecino no pasa nada».

Tejado insiste en la necesidad sobre todo de estar informado y no rechazar de primeras cualquier proyecto. Considera que este sector puede contribuir al desarrollo de Extremadura, generar empleo y valor añadido. «No todo va a girar ahora en torno a la minería, pero es una riqueza que debemos explotar de una forma sostenible y que es totalmente compatible con el medio ambiente». Pero lo primero es conocer bien lo que tenemos. «En toda Extremadura, en España y en Europa se están realizando investigaciones sobre los recursos mineros, es importante que sepamos qué tenemos en nuestro subsuelo y eso es lo que se ha hecho siempre; luego ya se decidirá qué se hace con esos recursos».