Un mercado de trabajo inestable con contratos fugaces. Una economía que intenta sobrevivir cada vez más gracias al sector servicios. Una agricultura estancada. La ausencia de una red industrial que genere empleos con sueldos dignos (aunque ahora el foco esté puesto en las empresas de energía fotovoltaica). Una construcción con cierto oxígeno, pero nada comparable al vacío que dejó. El aumento de los autónomos, llamados emprendedores, que se lanzan a montar su propia empresa pero que, en muchos casos, al cabo de un año -o año y medio- se ven obligados a cesar la actividad porque se acaban los incentivos, y los ingresos ya no cubren los gastos.

Grosso modo, son los ingredientes que componen el actual panorama laboral en Extremadura. Las heridas de la crisis siguen abiertas, la mejora de la macroeconomía no se siente en los hogares, en el día a día de las familias. Pero aún así, el balance del último año ha resultado positivo.

A falta de los últimos datos (concretamente el cuarto trimestre), 2018 ha significado que haya 13.900 parados menos en la comunidad. Es el descenso que recoge la última Encuesta de Población Activa (EPA) con respecto a 2017. Esto significa una media de 1.550 desempleados menos cada mes en la región (la cifra actual es de 107.500). Pero sigue existiendo la brecha, ya que la bajada entre hombres ha sido de un 19%; entre mujeres, un 4%.

CONTRASTES / Si bien se ha producido un incremento de dos puntos en la franja de edad comprendida entre los 35 y los 44 años (ahora está en el 21,3%); por el contrario, ha bajado levemente en los jóvenes de entre 20 y 24 (muchos han encontrado su primera oportunidad), así como a partir de los 45, cuando es más complejo reengancharse al mercado laboral.

Entre los 25 y los 34 años sigue estando el porcentaje más alto de todos los tramos edad en cuanto a desempleo: el 28,1% se encuentra sin trabajo. Justo en ese momento de la vida en que se piensa en formar una familia, comprar una vivienda, apostar por la proyección laboral...

Pero en este sentido también hay números en positivo: precisamente en esa franja de entre 25 y 34 años ha aumentado la cantidad de ocupados en el último año: hay 1.600 más. Lo que significa que también ha caído (aunque muy tímidamente) el número de veinteañeros y treinteañeros que hacen las maletas y se marchan.

En términos generales, Extremadura tiene ahora 19.400 ocupados más que en 2017. La subida se debe sobre todo al sector servicios (hostelería, turismo...).

Aquí también está presente la brecha: crece mucho más el número de hombres que de mujeres que ahora tienen un empleo.

Queda por delante el reto de lograr estabilidad, conseguir que los contratos indefinidos no representen una mínima parte, que haya tejido industrial, que el nuevo empleo no suponga un parche; pero el balance con respecto a 2017 es positivo: menos desempleo, más ocupados.