La procesión del Reencuentro volvió a cautivar ayer en Plasencia a cientos de devotos más acostumbrados a la sobriedad de origen castellano que a la vistosidad de inspiración andaluza, pero que rompieron en aplausos en cada baile intercalado de los pasos del Cristo y la Virgen en su camino a la plaza Mayor.

Allí el lleno era total y desde los balcones arrojaban pétalos a un Jesús de la Pasión de por sí engalanado con infinidad de claveles blancos y que entró en la plaza a la vez que el paso de la Virgen del Rosario, de blanco reluciente que estrenaba el palio completo confeccionado por orfebres de Sevilla con el escudo de Plasencia en la parte exterior.

El cortejo del Cristo se abría paso por un lado de la plaza, recreándose en cada momento como si fuera el único, a los sones armoniosos de la Banda de Cornetas y Tambores Jesús Nazareno de Cáceres. El de la Virgen, orgulloso de un palio que levantó la admiración popular, iba en paralelo a su encuentro debajo del balcón del ayuntamiento al paso de la Banda de Música Rincón Cofrade de Salamanca. La cofradía Jesús de la Pasión, organizada al milímetro, sólo deja a la improvisación los vivas y los aplausos del público, que fueron a más cada vez que los costaleros bailaban los pasos.

"Al cielo con ella" se escuchaba decir a los hermanos de carga de la Virgen --72 en total-- y la gente correspondía en vítores. Al Cristo lo cargaron hasta 54 costaleros en una de las procesiones más participativas. No en vano son casi 500 los cofrades.