El sociólogo y profesor de la Facultad de Económicas de la Uex, Artemio Baigorri, es autor de un estudio sobre el fenómeno del botellón en Extremadura. Entre sus principales conclusiones, sostiene que hay dos problemas fundamentales difíciles de resolver: la presencia de los menores y la reubicación de los jóvenes en lugares por donde las ciudades siguen creciendo.

En cuanto al primer asunto, subraya que la vigilancia para que chicos de 14 y 15 años no beban en las zonas autorizadas pasa por medidas puestas en marcha en otras comunidades como el 'botellódromo': un recinto cerrado que sí tiene control en la entrada.

En relación al segundo punto, resalta que trasladar esta práctica fuera del casco urbano no es buena opción si la zona autorizada está en pleno desarrollo urbanístico. Como ejemplo, pone la ciudad de Badajoz. "Ahora sólo se puede hacer botellón en el ferial, pero es que el municipio está creciendo por esa zona, de manera que en breve también habrá vecinos bastante cerca a los que les moleste el ruido. Hay que pensar en el botellón también desde el punto de vista urbanístico".

Asimismo, asegura que esta 'actividad de ocio' de beber en la calle ya forma parte de nuestra cultura y que erradicarla es una tarea casi imposible. "Además, si lo impides, las consecuencias son aún peores, porque cuando algo está prohibido es cuando más llama la atención".