Lorenzo Ramos es desde el pasado martes líder nacional de UPA tras la marcha de Fernando Moraleda al Ministerio de Agricultura. Su nueva responsabilidad le obligará a viajar y a vivir en Madrid entre semana, pero asegura que ni a tiros traslada su residencia permanentemente a la capital. De momento, ya le va cogiendo el gustillo al avión.

--¿Cuáles son sus prioridades de actuación al frente de UPA?

--Hay que mantener el estatus que tiene la organización. La organización es un referente por las propuestas que hemos estado haciendo durante los últimos años y que han hecho que de alguna manera el Gobierno progresista que tenemos en este momento se haya acordado de Fernando Moraleda. Hemos defendido a los agricultores y ganaderos y hemos utilizado poco la demagogia, siempre por la vía del diálogo y la negociación, cuando hemos podido, y si no con la movilización. Parece ser que mucha gente está pendiente de a ver cómo actuamos ahora. Somos una organización absolutamente independiente.

--¿Cuáles son las principales propuestas de UPA?

--Por un lado, está ver cómo se aplica la reforma de la PAC que se aprobó el año pasado y que tiene como principal objetivo el desacoplamiento de las ayudas. Tenemos que ser capaces de poner en marcha criterios para que quien quiera ser agricultor o ganadero lo pueda seguir siendo y no se lo impidan las normas o las leyes. Ahora va a haber un margen importante para decidir tener cierto favoritismo o discriminación positiva hacia explotaciones que se encuentran en zonas desfavorecidas y mantener cultivos que están en dificultades pero que tienen un papel importante en el medio rural.

-- ¿Cree que la última reforma de la PAC es el principio del fin de las ayudas al campo?

--El tema de las ayudas al campo está cada vez más complicado. Pero hay muchas explotaciones que las necesitan porque si no no tendrían posibilidades de sobrevivir. La línea que está llevando la Comisión Europea y principalmente el comisario Fischler, que es el tacaño de las ayudas y con España se ha portado fatal, es de ahorrar y ahorrar y no aumentar los presupuestos.

-- En el tabaco, parece que la reforma aprobada no es todo lo mala que cabía esperar. ¿La prioridad ahora es buscar alternativas antes del 2010?

--Los tabaqueros tienen una cierta tranquilidad tras la propuesta que había por parte del comisario, que era matar al sector a partir del 2006. Ahora se ha conseguido que hasta el 2010 las cosas estén tranquilas y ahora el sector tiene que empezar a analizar su situación. Yo nunca diría que hay que buscar alternativas, porque es que no las hay. Hay que seguir luchando por mantener el cultivo del tabaco. La empresa pública Cetarsa debe seguir jugando un papel importante en el futuro del sector. Si conseguimos unos precios medios como los que se están dando en la UE y tenemos una empresa que nos garantice la recogida del tabaco, no pienso que esté sentenciado en el 2010.

--En el caso del aceite, el Gobierno ha dicho que con la reforma no se pierde "ni una peseta". ¿Está de acuerdo?

--La reforma mala del aceite de oliva fue la de 1998, cuando a España se le asigna una cantidad que está muy por debajo de la que realmente producimos. Hemos estado perdiendo dinero. Ahora vamos a seguir cobrando ese mismo dinero más 20 millones de euros más. Consideramos que es insuficiente. Pero hay que diferenciar las explotaciones y hacer un reparto justo de esta bolsa (el 40% de las ayudas totales). Es un sector que tiene futuro, no hay excedentes, toda la producción sale al mercado.

--En el tomate hay intranquilidad porque la contratación se ha disparado a 2,5 millones de toneladas este año y las ayudas se pueden perder...

--Hace falta un debate sobre qué queremos y hacia dónde vamos. Hay que controlar la producción porque como no nos den un aumento de cupo para España tendremos penalización permanentemente.