Entre la necesidad y la obligación hay un campo de amapolas en Don Benito (Badajoz); del confinamiento a estar en la calle media un río, como el Guadiana a su paso por Mérida, y del saludo virtual a ver que alguien mueve la mano y te sonríe hay un espacio vivo, la de cualquier plaza, como la Mayor de Plasencia.

Si no fuera por algunas mascarillas en los rostros, parecería que este 26 de abril es Domingo de Ramos o quizás Reyes. Niñas y niños arreglados, algunos conjuntados en el más mínimo detalle, con bicicletas, patinetes y carritos para las muñecas.

Miran a su alrededor, al cielo, al banco de sentarse... a la calle que cruza... buscando otros niños. Ojos abiertos y gestos que trazan complicidad con lo que ocurre y ansia de ver gente. Parece que han descargado la mochila de los 43 de días de confinamiento y empiezan a llenarla con las postales de siempre.

Con solo tres años de edad, Lucía, que ha sentido la llegada del coronavirus a su casa, ha cogido esta mañana amapolas en un campo cercano a unas viviendas en Don Benito (Badajoz). Nada que ver con lo vivido hasta ahora, pues durante dos semanas ha hablado con su padre, en cuarentena en una de las habitaciones, a través de la puerta. "Es un mosquito que está por ahí y que aún no lo han matado", reflexiona con su lenguaje sobre el COVID-19.

Con un chándal "bien bonito" de colores afrutados y unas zapatillas blancas, Lucía y Ana, su madre, han salido de casa. "La niña estaba deseando estar en la calle. Ha cogido su pañuelo y la bicicleta, me ha dado la mano y nos hemos ido por un camino cercano", relata Ana.

"Lucía no te puedes acercar a la niña", le ha dicho su madre al cruzarse con otros niños, unos con mascarillas, "como la de mi papá", y otros con el gesto de sonrisa al aire libre. Lucía se ha bajado de la bici y ha comenzado a coger amapolas.

La "abuelita" está en el Hospital, "pero no por el mosquito", dice Lucía, "y vamos a poner las flores a la Virgen de las Cruces", explica Ana en referencia a una imagen que tienen de la patrona en casa. Al llegar a la vivienda, Lucía se echa gel "para el mosquito" en las manos. "Luego salgo con el papá, ¿vale mamá?". No podrá ser.

En Mérida, Mathew, de 12 años, ha optado por coger su patinete. Ha salido a la calle casi obligado por sus padres. Las partidas de Fortnite "sólo" en fin de semana, como remarca algo molesto, le tienen muy entretenido, "pero nada serio, lo prometo".

Al llegar a la plaza de España, bastante vacía a las 11,30 horas, se frena. "No hay nadie", exclama. No es cierto. Un hombre sentado en un banco mece a su bebé en un carrito y una mujer con dos hijas, muy arregladas todas, cruza este espacio público que, sin este confinamiento, estaría a rebosar de gente.

"Clara, saluda a la niña desde lejos", aconseja esta mamá a una de sus hijas al observar la llegada de una menor.

De ahí al cauce del río Guadiana. Muy pocos niños. Al otro lado de la orilla, un chaval con su bici y su padre detrás. Una mujer y una niña cruzan el puente. Debajo, en un embarcadero, cinco patos toman el sol. Miran, se levantan, parpan algo así como que "ya han vuelto los humanos" y al agua.

De vuelta a casa, mismo escenario en la plaza de España. Casi nadie. "¿Será que hemos venido pronto o es que la gente tiene miedo?", pregunta el niño a su padre. "Me pregunto lo mismo", le contesta. Frente al Templo de Diana aparca el patinete. Quiere saltar. "No me gusta esta sensación. Vámonos a casa. Te juro que no es por el Fortnite. Sé que hay un estado de alarma, pero me entristece ver este vacío", le dice a su padre.

En la Plaza Mayor de Plasencia, el intendente de la Policía Local ha tenido que esperar hasta lasa 10,45 para ver al primer niño. En concreto, una pequeña. Acompañada de su madre, la niña ha roto el vacío escenario de este espacio público.

Con poco para hace y a casi nadie a quien saludar, la niña ha optado por hacer fotos al enorme crespón negro que hay en la plaza en señal de duelo por los fallecidos por esta pandemia.

"¿Y puedo salir otra vez?", pregunta nuevamente Lucía. "Claro, hija, pero mañana". "Mañana, mamá, mañana".