Las ovejas extremeñas se preparan para el verano. Con el calor comienza en Extremadura el esquileo. Una de las tradiciones ganaderas más antiguas, que consiste en el despojo del pelo del animal que se convertirá en lana de la más alta calidad.

Una práctica milenaria que encuentra en la región el imperio de la producción de lana a nivel europeo, "con un censo de 3,5 millones de ovejas merinas", explica Raúl Muñiz, director técnico de la Indicación Geográfica Protegida de Cordero de Extremadura (Corderex).

Entre los objetivos del esquileo se encuentran mitigar el calor del animal, prevenir las plagas de insectos que traen las altas temperaturas y evitar así que desciendan sus producciones, lo que provocaría un descenso de beneficios a los ganaderos.

La práctica de este oficio se realiza con máquinas, cuyas cuchillas requieren ser afiladas aproximadamente cada hora para desarrollar la actividad correctamente, según Corderex. En esta faena, que comenzó a mediados de abril y finalizará en junio, se encuentra inmerso por 17 años consecutivos Francisco Vigara, de Cabeza del Buey, junto a su cuadrilla de seis personas.

Este grupo a las órdenes de Vigara esquila una media de "180 ovejas por persona y día", señala, pero depende de la jornada, que comienza al amanecer y termina al final de la tarde. "Hay días que podemos esquilar 200 o más". Y es que no resulta una cifra nada exagerada si se tiene en cuenta que dedican tan solo "dos minutos o menos a cada animal".

De cada oveja se extraen unos dos kilos y medio de lana, que posteriormente es conducida al centro de clasificación. Se trata de un "proceso largo, y dependiendo de lo cuidadoso que sea el ganadero, puede llegar a ser muy costoso", dice Antonio Calderón, de Comercial Ovinos SCL. Por ello, la cooperativa advierte de la importancia de realizar el bien proceso del esquileo.

Hasta finales de mayo, el esquilador y su cuadrilla estarán en diversas fincas de la región, pero su trabajo también es requerido fuera de aquí. "Cuando terminemos en la zona de Cabeza del Buey y La Serena, donde más solemos trabajar, nos iremos a Soria, Zaragoza y Teruel. Allí nos esperan los clientes fijos de todos los años", comenta. Es lo más duro de este trabajo: "pasar temporadas fuera de casa y estar agachado todo el tiempo".

Vigara comenzó muy joven en este oficio "pelando a mis ovejas con tijeras" . Cuando acabe la temporada volverá a dedicarse a "lo que me salga" hasta que de nuevo el calor le permita estar cerca de los animales, su pasión.