Quiero pedir, primero de todo, disculpas a todos los que hayan podido malinterpretar el título de mi escrito al haber osado, por mi parte, en crearles falsas expectativas sobre la oferta de un posible puesto de trabajo, con la necesidad tan acuciante que hay de ello, y con la infinidad de buenos tractoristas oriundos de Extremadura, que no se pensarían ni un sólo momento el hecho de aprovechar tan golosa oportunidad.

Pero hoy yo me refiero a otro tractorista. Concretamente a Aitor, el ‘tractorista’ vasco del Congreso de los Diputados. El mismo que le dijo al presidente Rajoy que «no predicara tanto, Mariano y le diera más grano». A aquél a quien el presidente le respondió, con su dosis de sorna característica, «si quieres grano, Aitor, te dejaré mi tractor».

¡Y vaya si le ha dejado su tractor! ¡Y qué bien ha arado Aitor! De una sola pasada, ha arrastrado un ‘cuponazo’ impresionante y ‘con paga’ hacia su región que nos ha dejado a todos con la boca abierta.

¡Qué pena que no tengamos aquí nosotros, en Extremadura, ‘tractoristas’ tan diestros y avispados y con un manejo tan impresionante del tractor como Aitor! No hemos aprendido nunca a espabilarnos para entender que los 4 o 5 representantes que podemos llevar al Congreso de los Diputados desde nuestra autonomía Extremeña no debieran estar difuminados bajo las siglas de los grandes partidos, que siempre les van a aleccionar en lo que tienen que defender y decir, venga mejor o peor para los intereses de nuestra tierra.

Necesitamos políticos que tengan una estrategia clara para aprender de verdad el manejo del verdadero funcionamiento de la política en el Congreso de los Diputados. Cuando te enteras de que los votos de unos cuantos diputados del país vasco, por ejemplo, sacan adelante unos presupuestos generales y por esos seis o siete votos se llevan una tajada de padre y muy señor mío te quedas cariacontecido.

La misma cara de tonto se te pone cuando oyes que un diputado canario arranca otra parva de millones para su tierra con sólo un voto. Y le importa poco que antes fuera socialista y los socialistas digan ahora otra cosa. Él hace lo que le viene bien a su tierra, y, cuando alguien le reprenda, le dirá que «el que sea feo, que haga los recaos de noche».

Necesitamos políticos que no estén en las listas de los de siempre. Necesitamos votos para alzar en el Congreso de los Diputados la voz de gente cuya prioridad sea luchar por nuestra tierra y no por las directrices que les marcan sus partidos. Necesitamos, en definitiva, buenas autoescuelas que enseñen con pericia a manejar ese tractor que el presidente del Gobierno está siempre dispuesto a dejar a Aitor.