«Con la limitación de la terraza al 50%, si abro local solo puedo tener tres mesas. No puedo permitirme eso, así no es rentable», dice Nacho Tello, que comparte con su hermano la gestión de El Rincón de Europa, un bar de barrio en la calle Argentina que lleva 21 años en marcha. De momento han puesto en marcha el servicio de comidas a domicilio y con eso pretenden mantener un mínimo de actividad en el local «para salvar la situación». Al menos hasta que mejoren las condiciones para atender a los clientes. Ahora llegan a las siete de la mañana la local, preparan las comidas, al final de la mañana reparten los pedidos y bajan de nuevo la persiana.

«Llegamos a barajar la posibilidad de atender a los clientes con cita previa. Pero es que no era viable, porque en cuanto abramos, ya tenemos que estar trabajando los dos. Ahora solo estamos uno», dice.

Y no solo eso. Abrir la terraza, supone además poner en marcha cámaras de frío y asumir una serie de gastos que duda mucho que pueda cubrir con una clientela que tiene muchos problemas aún para salir a la calle y miedo al contagio.

«No se están articulando bien las medidas para el sector de la hostelería. Este es un negocio familiar, no tenemos empleados y no tenemos que pagar alquiler porque el local es nuestro. Podemos ir manteniéndonos. Pero sabemos que hay otros compañeros que lo están pasando mal y lo van a pasar mal. Nos solidarizamos por completo con ellos», afirma.