No había consenso y tampoco el clima propicio para un diálogo sosegado. Aunque el debate sobre la reforma de la norma del ibérico estaba anotado en las agendas para los primeros meses del 2019, la cita electoral ha dejado este asunto aparcado al menos hasta después del verano, cuando podrían estar configurados y en marcha los gobiernos de las dos citas electorales que haY por delante. La norma del ibérico es de alcance estatal (está regulada por el Real Decreto 4/2014, de 10 de enero, por el que se aprueba la norma de calidad para la carne, el jamón, la paleta y la caña de lomo ibérico) pero la norma se consensúa con las comunidades autónomas, organizaciones agrarias y productores del cerdo ibérico a través de la interprofesional Asici (Asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico). Las distintas fuentes consultadas aseguran que no se ha producido ningún contacto formal al respecto en lo que va de año. Sí que hubo alguna reunión técnica a finales del 2018, pero con escaso recorrido, más allá de una primera toma de contacto para evaluar la situación.

El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación habla de una «comunicación fluida con las organizaciones (agrarias) y con las comunidades autónomas para llevar a cabo el seguimiento de la norma actual», aunque no de ningún encuentro específico en estos meses para abordar la renovación del marco legal. De hecho, el departamento que dirige Luis Planas ya advirtió de que no se asumiría ningún cambio si no era con el consenso de todo el sector.

Distintas posiciones

Con el escenario que queda por delante (la doble cita electoral) todos los consultados dudan de que sea posible abrir el debate hasta después del verano. Aún así, en el sector al tema está sobre la mesa y las posiciones siguen estando enfrentadas entre los partidarios de que se flexibilicen algunos de sus preceptos y los que prefieren no tocar nada si no es para restringir aún más el marco actual. Entre los que piden los cambios están las organizaciones agrarias, frente a la postura del sector más tradicional que no quiere hablar de modificaciones.

Tanto Apag Extremadura Asaja como UPA UCE se han pronunciado en las últimas semanas sobre una modificación que ellos centran en adelantar la edad de sacrificio y el reconocimiento a la convivencia del macho duroc de prototipo con el del libro genealógico, puesto que los productos que se obtienen «cuentan con una calidad contrastada y son valorados por la industria», defendió UPA tras la reunión de su sectorial del porcino Ibérico, en la que participaron junto a los representantes de Andalucía, Castilla-La Mancha y Castilla y León.

Apag Extremadura Asaja ha incluido la reforma de la norma de calidad en el decálogo de las medidas necesarias para mejorar la situación del campo, como una medida que se debe acometer «con consenso» y «atendiendo a las características del producto en la región», recoge ese documento.

Solo con consenso

Precisamente la necesidad de amparar cualquier cambio en el consenso es el principal punto de encuentro entre todas las partes. «El sector no ha estado unido hasta ahora y hay distintos planteamientos sobre cómo abordar una modificación. Y lo que sí nos hizo llegar el ministerio hace tiempo es que, si había algún cambio, debería ser para aumentar la calidad, no para reducirlo», señalan desde el sector más tradicional, partidarios de restringir más los controles en una revisión de esa norma. El planteamiento lo comparten desde Aeceriber (la Asociación Española de Criadores de Ganado Porcino Selecto Ibérico Puro y Tronco Ibérico), que de hecho ya se descolgó de la hoja de ruta que aprobó a finales del año pasado Asici para abordar la reforma, al entender que flexibilizaba cuestiones (entre otros aceptaba reducir la edad de sacrificio) que entienden que van en detrimento de la calidad final del producto.

«No podemos permitir que acaben saliendo cochinos de bellota de debajo de las piedras porque al final lo que consigue es desprestigiar a los que trabajan bien, y dar acilidades para que tu producto lo pueda hacer cualquiera», sostienen desde el sector tradicional.

La revisión pendiente sería la segunda a la que se somete la norma de calidad. El primer marco regulador del ibérico se aprobó en 2003, con el fin de evitar la confusión y el fraude por el uso del término ibérico de forma indiscriminada en el etiquetado de los productos derivados del cerdo, que en ocasiones procedían de animales con un escaso porcentaje de sangre ibérica. Esa normativa ya definía en qué casos se podía hacer uso de la terminología asociada a la elaboración de estos productos, como ‘ibérico’ o ‘montanera’.

Una década después se logró aprobar una revisión de la norma en la que se restringió aún más el uso del sello ibérico y se creó la actual distinción con bridas de distintos colores para las piezas en función del grado de pureza y de la alimentación que hayan tenido los animales. Tras ese texto de cuatro años se dieron un plazo de cuatro años para evaluar el desarrollo de la norma, que ya está agotado. Pero por el momento, el principal punto de encuentro en el sector parece ser que toca sentarse a hablar de nuevo.