La procesión del Domingo de Resurrección, el Reencuentro entre Nuestro Padre Jesús de la Pasión y la Virgen del Rosario, puso ayer el broche de oro a la Semana Santa placentina. El tiempo, que el lunes obligó a la cofradía a acortar el desfile, fue benévolo y la plaza Mayor se llenó.

Pasadas las 12.30 horas apareció por San Esteban Nuestro Padre Jesús de la Pasión, vestido de blanco, engalanado con claveles y seguido por la banda de cornetas y tambores Sagrada Lanzada de Valladolid.

Poco después entró por Zapatería la Virgen del Rosario, estrenando un manto blanco, cargada por mujeres apenas visibles y acompañada por la banda sinfónica de Plasencia. Fue el inicio de un ritual esperado, el de ver avanzar cada pocos metros al Señor de la Pasión y a la Virgen del Rosario al ritmo de las bandas.

El público no cesó de aplaudir, lanzar pétalos de rosa desde los balcones y vivas , sobre todo durante el reencuentro ante el ayuntamiento con un baile intercalado de pasos hasta que juntos se dirigieron a San Pedro. El único incidente fue una leve lipotimia que sufrió una mujer.