¡Ay Antonio!, cómo decirte que tienes esa difícil edad donde me llevarás la contraria diga lo que diga. A esa edad mis padres me esperaban para cenar. Mantenía conversaciones en la cocina de mi casa con mi padre donde yo le decía, por ejemplo, que tener cultura no valía para mucho en la vida. Tenía 15 años. Es una pena que no recuerde con exactitud para qué contaba tantas estupideces.

Quizás para "marcar territorio". Demostrar que ya era alguien en casa y que tenía mi propia opinión; que era diferente. Fíjate en el corte de pelo de la viñeta de Javi de hoy.

Otra razón, "buscar protagonismo". Todavía hoy me gusta pero ya soy consciente y disfruto y me río de mí mismo por esto.

Recuerdo que pensaba "pobres padres". Educar, leer, vivir en familia o impartir clases eran sus actividades. Las comparaba con las mías y me daban pena. La noche, horas en el portal hablando de nada, ser educado, asistir a clase. Hoy las comparo de nuevo y pienso "pobre Antonio". Me gusta esa cualidad que tenemos algunos humanos de saber disfrutar de los placeres que tiene cada edad. Permíteme que hoy adelante la pregunta. ¿Estás satisfecho con tu edad actual?

¡Ay Antonio!. Y todo esto lo he escrito sólo para decirme a mí mismo una cosa. Me encantaría ser tan paciente contigo como mis padres lo fueron conmigo. No lo soy Antonio, pero estoy en el camino de serlo. Y es que poco a poco me estás educando tú a mí, y quizás mejor que yo a ti. Ya lo pregunté una vez. ¿Quién educa mejor un padre a un hijo o un hijo a un padre?

Y en tu caso, ¿recuerdas cómo fue tu adolescencia?

Nota: Los de la viñeta no somos nosotros. Ni seremos. Bueno, yo puede. Pero él si se presenta así no entra en casa. Paciencia Antonio, paciencia.