Uno de nuestras aficiones favoritas es la crítica al poder. Sé que a lo largo de esta semana has criticado a nuestros gobernantes o a tu jefe o incluso a tus padres. ¿Es inteligente esta afición que todos tenemos?

Curiosamente cuando el poder es absolutista, una dictadura, un jefe o unos padres autoritarios, no podemos criticarlo si queremos vivir con cierta calidad. Cuando ese poder es democrático no esperamos ni a los famosos 100 días para criticarlo. No esperamos a que le pongan el gorro. ¿Por qué este comportamiento?

Es fácil culpar al que nos gobierna de nuestros males. Señores de la izquierda, la culpa de esta crisis no es de Rajoy. Señores de la derecha, la culpa de esta crisis no es de Zapatero. Los culpables hemos sido nosotros.

Señores de la izquierda, para evitar que se pierda el bien común se debe ejercer un poder poco democrático. ¿Se puede preguntar a la sociedad si se deben subir los impuestos o realizar ajustes?

Señores de la derecha, para progresar socialmente, por ejemplo, legislando sobre el matrimonio entre homosexuales se debe ser abierto, ¿se puede progresar socialmente desde el conservadurismo?

Quizás escribir sobre poder es escribir sobre nosotros mismos. En general nos representan los que merecemos. ¿Es casualidad que los países del norte europeo tengan gobiernos más eficientes que los países africanos? Y podríamos poner infinidad de ejemplos.

Desde aquí, y a partir de ahora, siempre que nombremos a un nuevo gobernante publicaré una viñeta como la de hoy. Y esta me ha costado mucho. Estuve a punto de escribir: «Rajoy, se fuerte». Me costaría también si un día nos gobierna Iglesias o la Iglesia. Por cierto, ¿los extremos se tocan?

Y tú, ¿debes elogiar más a tus gobernantes, jefes o padres?