«Esta mañana he firmado cuatro renuncias de herencias, una de ellas de una madre y un hijo; y ya me han advertido que el otro hijo va a venir dentro de unos días», contaba a mediados de esta misma semana Ignacio Ferrer, decano del Colegio Notarial de Extremadura, para ejemplificar el incremento que se está produciendo en las renuncias de herencias. Un auge que se registra sobre todo en la línea recta de parentesco, «que es lo que más sorprende».

En los seis primeros meses de este año las notarias extremeñas gestionaron poco más de tres mil herencias, una cifra muy por debajo de lo que hubiese sido normal (en todo el 2019 fueron más de 9.700), debido al descenso de la actividad que también para estos funcionarios conllevó el estado de alarma. «Salvo que se alegara urgencia y esta quedara justificada, no teníamos permitido citar a la gente para herencias», precisa.

Además, la Junta de Extremadura dispuso una prórroga de tres meses del periodo para liquidar el impuesto de Sucesiones y Donaciones cuando el vencimiento se produjese entre la declaración del estado de alarma y el 30 de mayo.

Dentro de estos tres millares de sucesiones gestionadas entre enero y junio, se produjeron 346 renuncias, lo que supone en torno a un 11,5% del total de transmisiones (si bien cada una de ellas pueda dar lugar a más de un acto de rechazo). Se trata del porcentaje más alto de toda la serie histórica anual de datos elaborada por el Consejo General del Notariado. En el primero de los años para el que se facilitan cifras, el 2007, fue del 3,2%, y marcó su mínimo en el 2008, con un 2,9%.A partir de ahí se inició una senda ascendente que llevó a superar por vez primera el 10% el año pasado (10,6%).

Teniendo en cuenta que el impuesto de sucesiones cuenta en Extremadura con una bonificación del 99% de la cuota para los familiares más cercanos, Ferrer apunta que esta evolución tiene que ver fundamentalmente con la existencia de deudas y no con el pago del tributo. El abono del gravamen sí tiene influencia en las renuncias de los colaterales, esgrime, pero el número de estas «se viene manteniendo. Es lo que llama la atención».

Las deudas tienen a menudo su origen en el «uso de tarjetas o de algunos productos financieros que los herederos desconocían», apunta el decano de los notarios extremeños. En el caso de los pasivos hipotecarios aclara que, aunque actualmente «casi todo el mundo hace seguro de vida para amortizar estos préstamos sí le ocurre algo», en los años noventa o primeros dos mil era una práctica mucho menos habitual, por lo que las hipotecas también están detrás de algunas no aceptaciones de herencias.

TAMBIÉN AVALES

«Otro problema es el de los avales prestados, que muchas veces la familia no los conoce y cuando van a recoger los documentos bancarios se encuentran que hay una posible responsabilidad por cierta cantidad de dinero. Y esa responsabilidad se transmite igual que los bienes o las obligaciones. Aunque de momento no es ejecutable, porque el avalado sigue pagando, si dejara de hacerlo la herencia respondería de esa deuda», sostiene.

En cuanto al impacto que puede tener la crisis económica ocasionada por la covid en el repudio de herencias, indica que «aún es pronto» para valorarlo, pero señala que la sensación es de que está influyendo también en el auge.

Una vez que se formaliza la renuncia ya no hay marcha atrás, es irrevocable. «No hay derecho de arrepentimiento, si han renunciado, se acabó. Aunque luego aparecieran bienes, no podrían aceptarlos», asevera. En cualquier caso, apostilla, cuando los herederos llegan con esa intención acostumbran a tener las cosas ya bastante claras. «Los renunciantes suelen venir incluso con abogado o han estado antes con algún tasador o un asesor fiscal», detalla.

CONSULTAS PARA DESHEREDAR

Por otro lado, la sensación de haber sido abandonados durante la pandemia ha hecho que las consultas en las notarías de ancianos que plantean la posibilidad de desheredar a sus familiares hayan aumentado de forma «exponencial» en los últimos meses. «Lo preguntan muchas más personas que antes, porque sienten que no han sido bien tratadas. Luego, no hacen la desheredación, pero la consulta sí la efectúan», asegura el decano del Colegio Notarial de Extremadura.

En el caso de que se acabe formalizando, si no se impugna el testamento, explica, este se ejecuta tal y como está, «pero si se cree que la causa de desheredación no es justa», es cuando se recurre al juzgado, donde se dirimirá entonces si el motivo que se alega resulta o no apropiado. «Para que opere, la desheredación no necesita ningún trámite judicial, sino que es el trámite judicial el que puede dar lugar a que no se aplique», sintetiza. En este sentido, recuerda que aunque la legislación permita argüir estas situaciones de abandono, probarlas luego en un juicio «es muy difícil».