1 de noviembre. Día de fiesta para compartir con quienes están, pero también para acordarse de quienes ya no. La región guarda con arraigo la tradición de dedicar esta jornada festiva a visitar a los difuntos, limpiar sus nichos y llevar flores. Los cementerios amanecieron ayer más relucientes y coloridos y llenos de visitantes venidos de distintos puntos de la región. En Cáceres, el trasiego fue constante durante todo el día. "Es una tradición y siempre vengo desde Badajoz para traer flores a mis padres y a mis padres políticos, aunque no los tengo presente solo este día", cuenta Mercedes Sánchez, que el jueves ya visitó el camposanto de Valencia de Alcántara para honrar al resto de familiares. Belén visitó ayer la tumba de sus abuelos por la misma tradición y por primera vez lo hizo con sus hijos. "Ellos ya empiezan a preguntar y quería traerlos". Fuera del cementerio, los negocios de flores echan cuentas. "La afluencia de gente es la misma, pero los que antes se llevaban rosas ahora compran claveles", dice Consolación, de Flores Marileo.

"No puedo faltar"

En la capital pacense, la escena fue la misma. La afluencia a los camposantos de la ciudad, el de San Juan y el de Nuestra Señora de la Soledad, fue constante. Cuando se abrió el cementerio Viejo a las siete de la mañana ya había varias personas esperando entrar. "Mientras yo esté bien, no faltaré al cementerio este día", contaba emocionada María Teresa Prieto mientras sujetaba entre sus manos un gran centro de flores que iba a colocar en la tumba de sus padres. "Aunque vengo varias veces al año, este día no puedo faltar. Recuerdo desde chica haber venido con mi madre a arreglar el nicho de mi abuelo, es una tradición, aunque pienso que el día de mañana mis hijas igual no vienen", decía. También es obligada la visita este día de la familia de Manuel Salazar. En la tumba de su hijo, que falleció con 18 años, nunca faltan flores, pero este día "hay más si cabe", aseguraba ayer.

En ninguna época del año se ven tantas flores en los cementerios. Bien lo saben los vendedores que desde hace una semana han instalado sus puestos a las puertas del camposanto de San Juan. Aunque la crisis ha hecho que muchas personas tengan que recurrir a especies más económicas y las que más se venden son las margaritas (5 euros el ramo) y los claveles (entre 7 y 8 euros). "Los precios no han variado, pero la gente se contiene en el gasto", explicaba Cristina Terrón, una de las vendedoras. La Brigada Extremadura XI rinde hoy homenaje a las personas que dieron su vida por España con un acto, a las diez de la mañana en el cementerio Viejo, en el que participará un grupo de piquetes de honores y se realizará una ofrenda floral por parte del oficial y suboficial más antiguos, informa B. Castaño.

En Mérida hace ya varios días que el cementerio está recibiendo la masiva visita de los ciudadanos. Hasta el próximo domingo, el camposanto abre de manera ininterrumpida de nueve de la mañana a seis de la tarde. A la entrada del cementerio, hay varios puestos en los que se ofrecen flores y centros desde el lunes y la mayor afluencia de público se registró ayer. "Este año la verdad es que no es como otros años, porque hay mucha gente que se trae sus flores", explicó una de las vendedoras. También en tiendas del centro, como Juani Flor, se nota una mayor afluencia. En este caso, la propietaria, Juani Lavado, sí ha notado más movimiento: "Son días especiales en los que siempre se compran flores, pero en los últimos tiempos la gente venía con mucho miedo, y ahora parece que se está invirtiendo más de nuevo", señala. Entre quienes se acercaron ayer mismo está Lola Díaz, una joven de Mérida que, pese a trabajar en la hostelería, estaba dispuesta a buscar un hueco con sus hermanos para ir a visitar a su madre: "Aunque sea difícil, es un día especial y se hace un hueco", informa M. F. Maeso.

En Plasencia, la tradición de Todos los Santos se dividió entre la "devoción" y el ocio. Por un lado, las familias con difuntos acudieron durante toda la jornada al cementerio municipal de Santa Teresa para depositar flores y compartir momentos con sus fallecidos. Pero además de la tradicional honra a los difuntos, la jornada de ayer, también se prestó al ocio y al disfrute gastronómico. En Plasencia, muchos jóvenes y familias con niños optaron por celebrar la jornada con la tradición de asar castañas o "calbotes" en el campo, sobre todo, en el monte Valcorchero; en las inmediaciones de la ermita del Puerto y en la presa del Jerte, informa R. Rodríguez. En Cáceres, la gente se concentró en el parque El Cuartillo y en Coria, además de las visitas al cementerio donde se han hecho sustanciosas mejoras este año, tuvieron protagonismo los buñuelos y huesos de santo. Estos últimos han vuelto a ser los más demandados principalmente por su exquisitez no solo para el paladar, sino también para el bolsillo. "Lo que más demanda la gente son los buñuelos (18 euros el kilo)", comenta Teresa Casillas, mientras prepara un gran número de bandejas para acoger los buñuelos que su hermana, Cristina, fríe en una de las sartenes en la pastelería que regentan en la calle Corredera. "Es un trabajo laborioso porque hay que ponerlos uno a uno en la sartén con una cuchara", explica a N. Agut. En La Vera, estos dulces junto a los calbotes deleitaron a vecinos y visitantes que pasean el puente por sus coloridos paisajes.