Tomar muchos medicamentos suele asociarse a la vejez, pero lo cierto es que no siempre es así porque las enfermedades crónicas, que también precisan un amplio tratamiento, son cada día más y afectan a personas de todas las edades. Ejemplo de ello es la insuficiencia renal que sufre Ismael Barroso, nacido en Grimaldo pero residente en Cáceres.

Con solo 28 años sin su medicación no puede ir muy lejos, pero eso no le supone ningún problema aunque tenga que acordarse de veinte pastillas diarias. "Estoy acostumbrado desde bien pequeño". Ismael nació con un solo riñón que durante los primeros 25 años de su vida realizaba su función a la perfección, siempre con la ayuda de medicamentos. "Desde niño he venido tomando entre ocho y diez pastillas, aunque durante un tiempo solo eran cuatro al día". Pero su situación empeoró. Hace unos tres años su riñón comenzó a fallar, lo que le obligó a pasar por diálisis tres veces a la semana y a aumentar la dosis de fármacos diarios hasta la veintena. "No se con exactitud si son 19 o 20 pastillas diarias" las que le ayudan a cumplir la función renal necesaria para vivir, mientras está a la espera de que llegue un trasplante, explica este joven, técnico de laboratorio aunque trabaja como conductor de rutas escolares de personas con discapacidad.

Los fármacos que toma son consecuencia de su enfermedad, unos para tratar esta y otros por otras patologías asociadas a su insuficiencia renal. "Necesito pastillas para la hipertensión, para el aporte de fósforo, calcio, para bajar una hormona, un protector gástrico para no dañar el estómago...". Esto hace una suma de una veintena diaria, excluidas aquellas que por síntomas puntuales también ingiere, como todos.

Ir a por sus medicinas ahora le resulta más cómodo con la receta electrónica pero igual de caro. "Yo no soy pensionista y tantas medicinas me salen por un pico al mes porque hay pastillas que cuesta la caja hasta 18 euros, así que unos 60 al mes me gasto fijo". Es un inconveniente de la polimedicación, pero ya está acostumbrado y familiarizado con sus medicinas y no le supone ningún esfuerzo acordarse.

Ahora las 20 medicinas que está llegando a tomar podrían quedarse en una decena cuando llegue un riñón compatible. "Estoy en lista de espera. En diciembre me llamaron pero no hubo suerte". Mientras Ismael espera esa llamada que le permita mejorar su vida, sigue tomando su extensa medicación y pasa por diálisis cuatro horas cada dos días.

Pero tras Ismael hay cientos de casos. Pilar Redondo y Marciana Bizarro, ambas de 69 años y vecinas de Perales del Puerto, llevan varios años tomando siete píldoras al día. Son por tanto pacientes polimedicadas, porque ingieren más de seis medicamentos. Pilar sufrió una obstrucción venosa y necesita "dos pastillas para controlar la tensión, otra para el colesterol, para dar fluidez a la sangre,... aparte del protector gástrico, imprescindible", comenta. Cuando viaja a ver a sus hijas a Bilbao lo primero que mete en la maleta es el pastillero. "Es incómodo estar pendiente de tanta medicina pero así voy bien y me acuerdo de tomármelas". A Marciana tampoco le supone ningún esfuerzo. "Yo no tomo muchas, mi marido necesita más", relata.

Un protocolo para cumplir

Para atender a pacientes polimedicados como Ismael, Pilar o Marciana, el Ministerio de Sanidad ha destinado 491.000 euros --20 millones en todo el país-- a continuar con un programa iniciado el pasado año en Extremadura cuyo objetivo es mejorar la calidad asistencial y la prestación farmacéutica de enfermos que toman más de seis medicamentos. "Se trata de controlar el cumplimiento terapéutico de estos pacientes y la interacción de los fármacos en la enfermedad", explica la doctora Pilar Abaurrea. Y es que el 30% de los pacientes polimedicados, que cada día son más por la incidencia de las patologías crónicas y el envejecimiento de la población, no cumplen bien las pautas establecidas, señala la presidenta de la Sociedad Extremeña de Medicina Familiar y Comunitaria.

Con estos fondos de la industria farmacéutica se persigue mejorar la salud de los enfermos, la eficiencia del uso de los recursos y la generación de empleo de calidad con la contratación de profesionales --el año pasado fueron contratadas 500 personas, en especial farmacéuticos--. Estos profesionales coordinados con médicos y enfermeros realizan un seguimiento de los tratamientos, controlan su eficacia, detectan posibles errores de medicación, imparten educación sanitaria en el manejo de los fármacos, evitar la acumulación de medicamentos sin usar y caducados y ayudan a los pacientes al cumplimiento terapéutico.

Acciones necesarias porque "la polimedicación es mejorable, pero no subsanable", explica el doctor Fernando Pérez Escanilla, presidente de la Sociedad Extremeña de Medicina General. Según Escanilla, debería haber más control sobre lo que el paciente ingiere y más información porque "casi siempre cuando se toman muchos medicamentos alguno sobra", apunta. "A veces se establece una cascada de toma de medicamentos, algunos para paliar los efectos secundarios de otros y alguno suele sobrar. Además, hay fármacos que no necesitan receta pero que contienen principios activos que ya tienen otros medicamentos que el enfermo ingiere, pero esto no se conoce". Esta es una de las razones por las que asegura que la prescripción por principio activo y no por genérico mejoraría la polimedicación. "Algunas pastillas se podrían asociar a un mismo principio y así reducir la ingesta, porque lo que está claro es que tomar muchas medicinas tiene más perjuicios que beneficios".