Al contrario que en generaciones anteriores, los estudios superiores no garantizan una mejora del estatus. "No es malo, pero sí están apareciendo procesos paralelos de selección de élites", dice Enrique Hernández. No todos los jóvenes tienen opciones de llegar a puestos de alta dirección porque "no todos se pueden permitir cuatro años de oposición o hacer un MBA". La consecuencia es que "La pobreza se está transmitiendo de generación en generación".