«Su abuela le ha dicho que si piden refuerzos que se vaya; yo le he contestado que antes lo ato a la pata de la cama... ¿A quién le gusta una guerra? Son 2.000 o 3.000 jóvenes contra el ejército de Marruecos, una masacre». Quien se expresa es Rosario Martín, vecina de Villar del Rey, trabajadora social de 65 años y madre adoptiva durante los veranos de cinco niños saharauis que ya se han hecho mayores. Con dos de ellos existe acogida permanente, uno sigue viviendo en su casa. Ahora tiene 19 años, se llama Dadi, y es al que le ruega que evite volver a su tierra para entrar en conflicto. El otro, Salamu, 31 años (llegó la primera vez con 11), con marcado acento extremeño, ahora reside en el País Vasco por trabajo, donde ejerce de capataz forestal. Salamu explica así la situación: «Imagínate que estás en tu casa y de repente llegan unos matones, te sacan de ella, y te cierran la puerta en tu cara. ¿Qué haces? Es una injusticia».

Pero es que además otro de sus niños saharauis, Mulay Min, de 39 años y padre de dos hijos con los que vive en los campamentos de refugiados de Argelia, ya le ha dicho adiós a su familia, también a su madre de acogida, para irse a luchar: «Nos ha mandado una foto para despedirse», cuenta con tristeza Rosario Martín. «Son nuestros niños saharauis, y ahora están en una guerra», se lamenta.

El conflicto

Es la consecuencia del conflicto que se ha vuelto a calentar en el Sáhara Occidental, un territorio ocupado por Marruecos donde desde hace décadas se vulneran los derechos humanos. El ejército marroquí ha atacado a unos 50 civiles saharauis que se manifestaban para bloquear la carretera de El Guerguerat, justo al sur, en el puesto fronterizo con Mauritania. El objetivo es impedir el tránsito de mercancías en esta zona. ¿Por qué? Para evitar que salgan materias primas como el fosfato con el que Marruecos negocia y se enriquece; recursos que pertenecen a un terreno invadido y expoliado. De ahí la protesta saharaui. De ahí la respuesta violenta de Marruecos. Y de ahí la acusación de declaración de guerra por parte del Frente Polisario, el movimiento de liberación nacional del Sáhara Occidental que quiere acabar con la ocupación.

Es un episodio más que se añade a una historia que arrastra décadas de injusticia. El pueblo saharaui sigue a la espera su referéndum de autodeterminación.

Hay que remontarse a 1975 para entender la realidad de este territorio. Hasta esa fecha el Sáhara era provincia española a todos los efectos. Pero Marruecos la tomó militarmente (la conocida Marcha Verde) y España no actuó.

Refugio de verano

Como consecuencia, unos 150.000 saharauis se refugiaron en campamentos de Argelia. Cada verano, para compensar el abandono, se pone en marcha el programa Vacaciones en Paz por el que menores saharauis que viven en estas tiendas pasan los meses de julio y agosto con familias españolas.

A Extremadura han venido miles de niños, muchos se han quedado a vivir, como Salamu o Dadi, otros regresaron a los campamentos, como Mulay Min; pero el vínculo que se crea con la familia de acogida es muy estrecho y el contacto, continuo.

«Yo tengo tatuado el nombre de mis dos hijos y el de mi niño saharaui», lo ejemplifica Silvia Tostado. Ella rondaba solo los 23 años la primera vez que Yahia Badiha Ahmed llegó a su casa; él acababa de cumplir 7. En la entrada de su hogar, en Miajadas, Silvia conserva una fotografía que la traslada a esos veranos en los que compartía vivencias con el pequeño Yahia. «Siempre fue un niño muy especial, recuerdo que en los bares se subía a los taburetes para buscar los periódicos en la barra. Le gustaba saber qué pasaba en el mundo mientras los otros chicos de su edad se divertían echando monedas en una máquina que les devolvía una bola y un juguete».

Ahora teme una escalada de tensión y violencia en el Sáhara Occidental: «No sé lo que puede ocurrir. Solo sé que las guerras tienen rostro como el suyo, pero la condena al destierro, a no tener futuro, también pesa mucho», expresa. «Él dice que por lo menos no ha sido torturado...».

Cuenta que Yahia le ha asegurado que él no necesita que vayan a buscarlo, que él mismo se muestra voluntario para luchar por la causa, «por un Sáhara libre». «Y yo lo entiendo», subraya.

«Pero hemos demostrado durante años que somos un pueblo pacífico, solo reivindicamos nuestros derechos», apunta Salamu.

«El sentimiento es de impotencia, de rabia», apostilla Manuel Sequera, hijo biológico de Rosario Martín, de la misma edad que Mulay, al que llama hermano, igual que a Salamu.

Desde Extremadura, las cientos de familias de acogida viven el conflicto con dolor y frustración. «¿Tendrá esto solución?», se pregunta Rosario.

El abandono de la provincia española y sus consecuencias

Una colonia española cuyos habitantes tenían DNI español. Eso ha sido el Sáhara Occidenteal desde el año 1958. Se trataba de la provincia número de 53. Capital: El Aaiún.

¿El origen?

El territorio era reivindicado por Marruecos, pero los saharauis aspiraban a la independencia.

¿Qué ocurrió?

El rey Hassan II (padre del actual Mohamed VI) lanzó la Marcha Verde para anexionarse el terreno. O lo que es lo mismo: la invasión y ocupación por parte del ejército marroquí. Los soldados españoles no cerraron el paso, dicen, para evitar una carnicería.

¿Cuándo ocurrió?

Corría el año 1975 y Franco agonizaba. España no intervino; decidió dejar su provincia número 53 en manos marroquíes. La abandonó a su suerte.

¿Reacciones?

Una guerra entre el Frente Polisario (el movimiento de liberación nacional del Sáhara Occidental) y Marruecos que duró hasta 1991, cuando se decretó el alto el fuego.

¿Cómo quedó el territorio?

Dividido entre el ocupado por Marruecos (la mayor parte) y los Territorios Liberados, bajo dominio del Frente Polisario. Ese alto el fuego obligaba a hacer un referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui, pero Marruecos se ha negado sistemáticamente. Es más, simbolizó su alto el fuego construyendo un muro entre su zona ocupada y los Territorios Liberados.

¿Qué pasó con la población?

Unos 150.000 se refugiaron en campamentos en Argelia, otros se marcharon al extranjero y otros cientos de miles permanecen bien en territorio ocupado bien en los Territorios Liberados. En ambas zonas se vulneran los derechos humanos, hay opresión y violencia.

¿Por qué se reactiva el conflicto?

Marruecos ha construido una carretera en el paso fronterizo con Mauritania, El Guerguerat, para darle una salida comercial a las materias primas de la zona; o lo que es lo mismo, enriquecerse con recursos expoliados. Civiles saharauis se han manifestado en esta zona fronteriza y el ejército marroquí ha respondido con un ataque.

¿El futuro?

Desde 1991 hay una Misión de Naciones Unidas (MINURSO) para celebrar un referéndum de autodeterminación, pero el pueblo saharaui sigue esperando esta salida. Tanto las Naciones Unidas como la Unión Europea evidencian la responsabilidad de España: su abandono y su permisividad de que se violen los derechos humanos. La opresión de Marruecos continúa en la población, mientras España y los demás países miran hacia otro lado.