«Yo vivo con mis padres. Tengo 47 años. Cuando tú has tenido tu vida y tienes que volver a vivir con tus padres porque no puedes tener una independencia económica… no es lo que te han contado que iba pasar con la vida». Amparo Sánchez Gilarte ha vuelto a la casa de sus padres, en don Benito, después de que en la última década solo haya trabajado de forma esporádica y con contratos siempre temporales, que no han durado más de seis meses. El último fue en el 2018: fueron seis meses de un plan especial del ayuntamiento de la localidad en el que uno de los requisitos era ser parado de larga duración. Ahora lleva un año y un mes sin trabajar y el día de su conversación con este diario acababa de reunirse con la orientadora del Sexpe y va a iniciar un itinerario para la búsqueda activa de empleo. «Estoy esperanzada», dice.

Amparo Sánchez estudió Sociología y Trabajo Social. Antes de iniciar los estudios universitarios trabajó en una carnicería en el pueblo y durante la etapa universitaria compaginó la carrera con trabajos esporádicos. Cuando terminó no encontraba empleo en Extremadura y emigró, primero a Barcelona y luego a Madrid, donde sí surgían más ofertas relacionadas con su formación. «Vas y vienes y al final tienes la sensación de que te desconectas un poco de todo», dice. Pero en el 2009, en medio de la crisis, terminó su último contrato estable: «te vas formando en distintas habilidades después, te vas especializando y al final ves que estás sobrecualificada y que no encuentras un empleo», dice. Junto a eso, apunta también al factor de la edad: «el mercado de trabajo te expulsa a partir de los 45 años, a pesar de que el talento se está desperdiciando. Y al final es la pescadilla que se muerde la cola, porque a los jóvenes no les emplean porque les falta experiencia y a los que tenemos experiencia nos dicen que somos demasiado mayores», afirma.

Y su lectura es que la incapacidad para lograr que el mercado laboral absorba a la gente formada «es un fracaso de la sociedad, que destina recursos a esa formación para que luego ese talento se desaproveche fuera». Ella, de momento, piensa a corto plazo: «te planteas el día a día, trabajas en buscar trabajo y tratas de no agobiarte. No se puede hacer otra cosa», concluye. R. C