Rocío Martínez vive en Badajoz y es madre de dos niñas, Emma y Elisa, de 6 y 3 años respectivamente. Conforman una de las miles de familias extremeñas que ayer estuvieron muy pendiente de las decisiones tomadas por el Gobierno que afectan directamente a los más pequeños de la casa. En este sentido, respecto a la posibilidad de que sus hijas salgan en breve a la calle argumenta: «Una cosa es mi deseo como madre, que claro que quiero que salgan y vayan al parque y disfruten, pero otra cosa es que eso pueda poner en riesgo a la población por consumar un deseo mío o de mis niñas», expresa.

Esta joven no tiene muy claro que sea el momento propicio para permitir que el confinamiento termine para los niños. «Me gustaría que todo esto fuese un sueño, pero desgraciadamente no lo es. Yo voy a seguir todas las indicaciones que dan desde Sanidad, pero sinceramente no tengo tan claro que pueda ser una buena medida». afirma.

Entiende que puede haber niños que no tienen un lugar en sus viviendas para airearse, pero opina que igual que se ha hecho con los menores con espectro autista, se podría abrir el rango a pequeños con algún tipo de trastorno que dificulta aún más el confinamiento, «pero creo que a los demás no nos pasaba nada por esperar a que sea una decisión firme, meditada y bien analizada», subraya.

Porque esta madre espera que permitirles salir «no se convierta en una medida precipitada, a lo mejor por ganar 10 días perdemos 15», confiesa.