Hace poco menos de un año María dio un golpe en la mesa. Decidió que iba a empezar a ser en cada momento lo que era de piel para dentro. Se pasó años disfrazada de niño y viviendo su feminidad a escondidas, en el baño de su casa. Era el único instante en el que se sentía libre, en el que se sentía realmente ella, en el que nadie la miraba por ser mujer pero tener cuerpo de hombre. Y ese día decidió cambiar su vida, decidió ser feliz. No fue fácil llegar a entender qué le sucedía ni siquiera encontrar la palabra adecuada para definirlo, pero era necesario aceptarse a sí misma y salir de aquel cuarto de baño.

Los sentimientos de María los comprenden muy bien otros extremeños que han vivido o viven esa misma lucha en su interior. Es difícil de cuantificar. Existen estudios que apuntan a que hay entre 72 y 80 personas transexuales en Extremadura, pero son datos obsoletos, de informes de hace una década en la que ha cambiado mucho la visibilidad de una realidad a menudo escondida. "Si hoy repitiéramos esos estudios seguramente la tasa de prevalencia entre la población sería mayor. Ahora es más fácil salir del armario como persona transexual, la situación está cambiando muchísimo; esas 72-80 personas ocultan a mucha gente que tiene ese sentimiento entre el sexo de nacimiento y el sexo sentido pero no lo expresa por miedo a la sociedad", afirma Hugo Alonso, de la Fundación Triángulo.

Esta es la única asociación que tiende la mano a las personas transexuales en la región. Desde hace un año, gracias a un convenio con la Junta, cuenta con un punto de apoyo que atiende actualmente a 59 transexuales extremeños, el 80% menores de 30 años. "No hay un mes que no contacten con nosotros dos, tres o cuatro personas como mínimo", dice. Pero ese punto de atención sólo cuenta con una persona contratada a media jornada y es insuficiente ante el aumento del trabajo, por eso siguen tirando de los voluntarios que siempre han atendido a este colectivo. La Fundación Triángulo se ha convertido en una herramienta clave de asesoramiento a las personas transexuales pero también de información a la sociedad.

Hace apenas una semana, varios de sus miembros ofrecieron una charla sobre la transexualidad en Arroyo de San Serván para apoyar en el proceso a una de sus vecinas, de sólo 4 años, y la respuesta desbordó las expectativas: "esperábamos 40 personas pero tuvimos que dejar de contar en la 240, fue impresionante".

Es sólo un ejemplo de la visibilidad que está adquiriendo un colectivo que se ha pasado décadas asociado a una marginalidad que las nuevas generaciones piensan desterrar. En los pueblos, pese a viejas creencias, ya se han puesto las pilas. "Nosotros utilizamos el término emigración sentimental cuando decíamos que las personas lesbianas, gais, bisexuales y transexuales tenían que irse a las grandes ciudades para poder vivir y amar en libertad, pero a día de hoy a cualquier pueblo nos encontramos con personas que viven su condición sexual y su transexualidad de forma pública y feliz. Pese a lo que se cree, Extremadura está demostrando todo lo contrario: tenemos un alto nivel de integración, de visibilidad, de participación en la realidad rural...", cuenta Alonso. Esto no quiere decir que sea así en todos los casos, "si la reacción del pueblo es la contraria, la presión se siente mayor que en una ciudad".

¿Qué ha cambiado en estos últimos años para lograr esa visibilidad? La ley de 2007, que permite que las personas 'trans' en España puedan cambiar su DNI sin operarse, empezó a poner las bases del cambio tras años de lucha por los derechos civiles y sexuales. Al tiempo han empezado a cobrar protagonisno personas transexuales de todos los ámbitos: del mundo del espectáculo, de la cultura, de la política, de la empresa..."que siempre había existido pero estaban relegadas al silencio, a la soledad y a la oscuridad porque se las conocía por otras cuestiones --prostitución, drogas,...--. En los últimos años vivimos una revolución 'trans' porque además estamos siendo capaces de visibilizar referente de calle, personas que desde la vida privada están ayudando a cambiar la idea que se tiene de la transexualidad", añade.

REVOLUCION 'TRANS' En esta revolución, el apoyo de la Administración pública es importante. Hace un año la Fundación Triángulo firmó un convenio con el Servicio Extremeño de Salud (SES) para poner en marcha el punto de atención a hombres y mujeres transexuales. El SES se comprometió a atender la transexualidad y a financiar las operaciones de cambio de género. "Pero antes, hay un proceso previo muy largo más importante en el que intervienen profesionales de la psicología y la endocrinología; la operación de cambio de sexo es un proceso final a largo plazo que no todos siguen". Esta cirugía, de todas formas, es la única que no se realiza en Extremadura, se deriva a un hospital de Málaga. "No vamos a tener un número de casos suficiente como para que los profesionales de la región se especialicen", razona.

En ese compromiso de la Junta, aún está pendiente de publicarse un protocolo, ya redactado, que blinda el derecho a la atención sanitaria que está recogido en la Ley de Igualdad para las personas LGBT en Extremadura, aprobada hace sólo un año. La norma salió adelante con el anterior Ejecutivo pero el ánimo del actual es mantener los compromisos.

"Los profesionales sanitarios están haciendo un trabajo magnífico, pero la respuesta de la Administración tiene que crecer porque la necesidad también está creciendo". Ese protocolo es indispensable para que la información esté centralizada y cualquier centro de salud que se encuentre con esta realidad pueda saber dónde derivar a la gente porque es el médico de atención primaria el que debe iniciar el proceso. La derivación debe ser a Salud Mental, ya que son los psicólogos los que tiene que hablar con la persona transexual y confirmar sus deseos de iniciar la transición, mediante hormonas que nunca se suministran antes de la pubertad. En algunos casos, esa cita con el psicólogo acaba confirmando una disforia de género, que no experimentan todos los transexuales. "La disforia es un sentimiento de odio en el fondo, un rechazo a la corporalidad y hay personas trans que no generan ese rechazo, ese conflicto personal".

ESTIGMA En ningún caso, insiste Alonso, se habla de un diagnóstico porque la transexualidad hace varios años que salió de la lista de trastornos del manual de psicología a nivel internacional. "El psicólogo o psicóloga solo necesita certificar en un informe el deseo de esa persona para pasar al proceso de hormonación, no es un diagnóstico". Esta es precisamente una de las batallas con las que tiene que lidiar este colectivo, "porque diagnosticar tiene una carga social y estigmatiza".

No es el único reto pendiente. Mejorar el desfase de dos años que existe entre que solicitas el cambio de género y nombre en el DNI es otro de una lista más extensa: "Los chicos transexuales necesitan conseguir un tratamiento hormonal que de verdad sea cómodo y eficaz porque están condenados a estar pendientes de un pinchazo cada tres semanas y mejorar sus operaciones masculinizantes. En el caso de las mujeres tenemos que mejorar su imagen pública porque están en todos los ámbitos y profesiones, también debemos trabajar en el transfeminismo porque sufren en ocasiones la carga del machismo y a medio-largo plazo hay un camino muy interesante por recorrer, un acceso a la paternidad y maternidad cómodo, real y viable", apunta Alonso. Retos complejos que se suman a la permanente búsqueda de la normalización y el fin de la rigidez de las identidades de género. "Hay que romper con las etiquetas que nos imponen nada más nacer, romper con el binarismo que nos encasilla y nos oprime y que por esa opresión todo lo que es diferente queda discriminado".

María ya no siente esa discriminación por tener cuerpo de hombre. En unas semanas iniciará el tratamiento hormonal para dejar de ser físicamente quien nunca fue. "Cuanto antes sea tu misma antes serás feliz".