«El tren ya llegaba con 50 minutos de retraso. Cuando nos montamos, olía raro, como a aceite. Y al poco de echar a andar, la máquina se para. Entonces viene el revisor y nos comunica que tenemos que bajarnos por el lado derecho del tren, que se ha producido una avería. Cuando empezamos a hacerlo nos dimos cuenta que la puerta por la que salíamos estaba contigua a las llamas», así narra su propio periplo David Gómez, un pasajero de 37 años de Talavera de la Reina que viajaba en el convoy accidentado del pasado sábado por la tarde. «Intenté apagar el fuego con uno de los extintores que hay en los vagones, pero son demasiados pequeños».

«Nos quedamos en un secarral -continúa-, en mitad del campo, menos mal que no saltó ninguna chispa ni vino una ráfaga de aire, porque las llamas se hubieran extendido y hubiera sido mucho peor. La Guardia Civil llegó corriendo, campo a través, porque no podía meter los vehículos hasta allí. Pero sí apareció un 4x4 de Protección Civil que trasladó a los pasajeros más mayores y parte del equipaje más pesado». Aunque muchos tuvieron que recorrer, por ese secarral, los tres kilómetros que había de distancia hasta la carretera, donde un autobús les esperaba para llevarlos a destino. «También se acercaron familiares a recoger a su gente».

Falta de mantenimiento

David Gómez es usuario habitual de este tren y asegura que las averías y los retrasos son más que frecuentes: «Está claro que hay una gran falta de mantenimiento».

El servicio cubría la ruta Huelva-Madrid, con varias paradas en estaciones extremeñas: Fregenal de la Sierra, Zafra, Los Santos de Maimona, Villafranca de los Barros, Almendralejo, Calamonte, Mérida, Cáceres, Plasencia y Navalmoral de la Mata.

En el momento del incidente (que se produjo a la altura de Torrijos, en la provincia de Toledo), había 65 pasajeros a bordo, según informaron desde Renfe.

Dos de ellos sufrieron heridas leves al tener que apearse del convoy.

El suceso ha dejado diversas imágenes que han corrido como la pólvora por las redes sociales y que han provocado la absoluta indignación, de nuevo, por la situación del ferrocarril en la región. Un servicio deficiente donde los retrasos son comunes y donde, ahora, además, no está garantizada la seguridad.

Ya el verano pasado hubo que desalojar el servicio Madrid-Badajoz (con 90 pasajeros) por otro fuego. En aquel incidente los niños y las personas mayores debieron refugiarse en los coches de la Guardia Civil, con aire acondicionado, por el calor sofocante.