Todos coincidieron. De su partido y el contrincante. Todos recordaron su figura de hombre bueno, la de un político distinto al resto que ayer fue despedido entre elogios en la iglesia cacereña de Fátima. Manuel Veiga, presidente de la Diputación de Cáceres entre 1983 y 1995 y de la Asamblea de Extremadura de 1997 al 2003, se hubiera sentido satisfecho al escuchar en su último adiós el aplauso unánime a su labor como gestor público, marcada por el diálogo, a su labor formativa como profesor de la Facultad de Derecho y, principalmente, a la de un hombre sensible que derramó lágrimas cuando la vida no le fue bien.

En un día lluvioso, que hubiera invitado a la lectura, aquel afán que tanto cultivó Veiga, la iglesia cacereña de Fátima se convirtió en un punto de reunión para representantes de la política de distinto signo, la cultura o, simplemente, de ciudadanos que siguieron los pasos de este salmantino, fallecido a los 75 años en la capital cacereña el pasado miércoles.

Fue Veiga un tipo que no sembró rencores. Ni siquiera entre los que tuvieron que disputarse con él el poder en las instituciones, como demostraba Amador Alvarez, diputado del PP, que le recordaba como "un hombre extraordinario que siempre tenía abiertas las puertas de su despacho" en la diputación, donde ambos coincidieron entre 1987 y 1996. Alvarez reconocía que con su marcha también desaparece "una forma de hacer política" en la que primaba el afán por entenderse.

Vicente Llanos, ahora senador del PSOE, le calificó como "un referente". Su entrada como concejal en el Ayuntamiento de Miajadas en 1983 coincidió con el inicio del mandato de Veiga en la institución provincial.

RECONOCIDO En la misa oficiada por José Antonio Fuentes, deán de la Concatedral de Santa María, también hubo palabras de recuerdo para el político socialista. En su homilia, reveló que les unía "una sincera amistad" fruto de los años de trabajo por conservar el patrimonio cultural de la concatedral, además de destacar que fue "un hombre bueno, excelente gestor, lector empedernido y apasionado por la cultura y la política". Pero, por encima de todo, el religioso aludió al "corazón grande" que siempre le acompañó.

Mezclados entre los asistentes pudo verse a Carlos Floriano, secretario de Comunicación del PP, junto al exalcalde de Cáceres, Juan Iglesias Marcelo. Carmen Heras, presidenta del PSOE en Extremadura, llegó acompañada por Juan Ramón Ferreira, de la Asamblea de Extremadura. Fuera del templo esperó Rodríguez Ibarra junto a Federico Suárez, que le sucedió al frente de la Cámara extremeña. Pilar Merchán, que recogió su testigo en la diputación cacereña y a la que encomendó antes Cultura, recordaba ayer, aguantándose las lágrimas, cómo un día Veiga le contó llorando que venía de recitarle dos poemas a su mujer. Esa fue, sencillamente, la manera que tuvo de ser diferente.