La necesidad de buscar y no encontrar productos ecológicos en Cáceres, le llevó a Gwenola de Mayoralgo a poner en marcha en la ciudad una tienda de la que poder nutrirse a diario: El Buen Mercado (avenida Alfonso Díaz de Bustamante). Abrió sus puertas hace algo más de dos años --en octubre de 2013-- y poco a poco va ganando fieles clientes, porque "el que prueba, repite", dice. "Lo que más vendemos son frutas y hortalizas". Más que una tienda, El Buen Mercado es como un gran supermercado a pequeña escala porque dispone de todo tipo de productos ecológicos: fruta y verdura, cereales, huevos, carnes, lácteos, pastas, pan, bebidas, dulces, golosinas, productos de limpieza e higiene,... "Intentamos que los productos que vendemos sean de proximidad pero para poder tener una buena variedad y normalizar la ecología es necesario tirar de productores de fuera, porque por ejemplo en España no hay piñas y las traemos de Latinoamérica".

De padre cacereño y madre francesa, las vacaciones que Gwenola ha pasado en el país galo le han permitido conocer de cerca la diferencia entre la conciencia ecológica de un país y otro. "En Francia ser ecológico es algo normal y aquí te tachan de friki, hippie o perroflauta. Nos llevan años de ventaja, pero creo que irá evolucionando y ojalá abran más tiendas de productos ecológicos aunque sean competencia". En su casa es consumidora al 100% de productos ecológicos desde que nacieron sus hijas: "me di cuenta de la cantidad de ingredientes que traían los potitos y decidí cuidar la salud de mi familia y del planeta. Sólo hay que ver la cantidad de alergias y problemas que tienen los niños hoy y que no tenían tus compañeros de clase cuando eras pequeña". Ecológica convencida, recomienda añadir a la dieta diaria estos productos pero no hacer una transición completa bruscamente. Lo que sí indica es la necesidad de asegurarse de que se consumen productos con el sello ecológico oficial comprobando cada envasado, "porque hay mucho intrusismo". Admite que el precio de los productos ecológicos es más caro pero sobre todo porque se compara con productos convencionales "que son muy baratos. Si aumenta el consumo y la producción, los precios pueden ser más competitivos, todo es una cadena".