"Escuché el grito de un compañero, así es que fui a ver lo que ocurría y vi un pie; ya no quise mirar más, me tuve que ir". Así se expresó ante este diario un trabajador de la Planta de Reciclaje de Residuos Urbanos de Badajoz a la salida del trabajo, cuando fue abordado para recabar su testimonio. Los responsables del centro impidieron el acceso al lugar a los medios, incluso cuando ya se habían marchado la autoridad judicial y un coche fúnebre se llevó el cadáver de la mujer.

El cuerpo de la mujer joven apareció "antes de las ocho, serían las 7.50", y fue uno de los empleados --que hace una primera separación por peso-- quien vio "un bulto en la cinta distribuidora, se sobresaltó y se puso a nervioso. Llamamos a la policía y a todo el mundo, luego acordonaron el sitio y ya no pudimos ver más".

Ninguno de los operarios preguntados sobre si el camión o el contenedor en los que llegó el cadáver a la planta procedía de Badajoz u otros pueblos, pudo aclarar esa circunstancia. Y todos ellos se mostraban "muy impresionados" por el suceso.

Los que estaban trabajando en ese turno coincidían en señalar que el compañero que vio el cuerpo "pudo parar la cinta" y que el rostro de la mujer no estaba ensangrentado, sino que presentaba una herida en un labio. Ninguno de los empleados querían recordar lo que habían visto "porque era muy desagradable", y alguno declinó hacer declaraciones por temor a represalias de la empresa, cuyo responsable se negó a permitir el paso "si no me traen un permiso firmado".