El tren ralentiza la marcha y se detiene en la parada. Unos pasajeros bajan y se despiden del viaje de horas. Otros tantos compensan la pérdida y suben al vagón para emprender la marcha. Tras los créditos, la estación de Zafra protagoniza la primera secuencia de ‘Los santos inocentes’, la cinta de Camus sobre la Extremadura latifundista de los años 60. Unos gritos de Azarías en pantalla a negro y a continuación el rugido del tren.

La cinta -con o sin pretensión- forma parte del imaginario de una región de final de posguerra con afán de continuar pero paralizada por los cánones impuestos por las clases sociales. Esta otra película también parte de una estación, pero cincuenta años después. La parada de trenes de Cáceres abre la primera secuencia para la cinta que interpretaron ayer los integrantes de la plataforma ‘Milana bonita’. El colectivo, que nació hace unos meses para reivindicar unas conexiones de tren dignas en la región, celebró un Día de Extremadura muy particular. Semanas antes había emplazado a los extremeños a tomar la actitud y la indumentaria de Régula, Paco y Azarías, y desfilar por los pasillos de la estación de Atocha (Madrid) para reclamar líneas férreas de calidad. La particularidad de la iniciativa es que asumía realizar el recorrido hasta Madrid en las mismas infraestructuras que reivindican. La estampa ‘berlanguiana’ estaba servida. Aunque el grueso de manifestantes subió al ‘tren de la dignidad’ en Plasencia, ciudad de origen del colectivo, Cáceres recogió a los primeros pasajeros. Una decena de viajeros con aspecto pintoresco ocupó los vagones bajo la atenta mirada de curiosos que se preguntaban la finalidad del teatrillo de la vestimenta. Álvaro Jaén y Jara Romero, diputados de Podemos, acompañaron a la comitiva a título personal. El primero que acudió a la llamada de la asociación es Fernando. En cuanto supo de su existencia, el celador desde Villanueva de la Serena buscó atuendo y pipa en mano se plantó en la parada. Alardeaba ayer de haber encontrado una boina, una prenda casi inalcanzable por desuso. Recorrió Zorita para hacerse con tan preciado ajuar e incorporarlo a su aspecto. Y no contento con uno, se alzó con media decena que repartió entre los presentes.

«He venido porque no puede ser que tengamos las mismas conexiones que hace años, además de lentas, caras», resuelve como si lo llevara impreso en la memoria. EL PERIÓDICO EXTREMADURA acompañó el recorrido de Fernando y otros tantos desde Cáceres.

El augurio de jornada quijotesca iba por buen camino. A la decena de ‘inocentes’ de la capital cacereña se unieron una treintena en Plasencia que aguardaban también convenientemente caracterizados. Unas cuantas Régulas, otras tantas ‘niñas chicas’, dos Azarías, un grupo de tamborileros e incluso un joven recluta componían la legión pintoresca que mostraba una manera diferente de manifestarse. El humor, el instrumento más antiguo para protestar, se apoderó del tren regional y de varios pasajeros que, ajenos, decidieron sumarse al debate de sus percances con en sus trayectos. Como una puja, cada cuál lanzaba su lista de incidencia. «Veinte minutos de retraso. Media hora. Una hora en el campo a pleno sol». Los desvaríos dejaron espacio a los cánticos al coro de ‘Bienvenido Mr. Marshall’ y a las consignas que elevaron más tarde en cuanto el tren hizo parada en Atocha -con veinte minutos de retraso-.

A cuentagotas y rodeados de indiscretos que querían comprender la motivación del atuendo, desfilaron por el pasillo. El desparpajo del actor Chema Trujillo hizo de guía para los presentes y entre gritos de «Adif, milana ya está aquí» y un «basta ya» rotundo a la cámara, se hacinaron en un rincón para servir el plato fuerte: viandas para todos. Un recreo que no desvió al intérprete para lanzar su alegato. «Todo esto sucede porque la situación de los ferrocarriles en Extremadura es desesperante, es un desastre que hemos llegado a interiorizar como lógico y normal, llevamos callando y callando, y dijimos que ya no nos callábamos. Vamos caracterizados como ‘Los santos inocentes’ para que Madrid vea que así nos están tratando», sentenció.

Diego Neria, también integrante de la plataforma, aprovechó para lamentar la pasividad institucional y para reclamar una infraestructura decente. «Los responsables políticos no han hecho otra cosa que decirnos que tengamos paciencia. Se acabó. Lo que reivindicamos es que nos escuchen que la época del señorito Iván se ha quedado atrás», apostilló. En un cúmulo de ironía e indignación transcurrió la jornada hasta que los asistentes disolvieron la protesta en plena euforia.

Tanto es así que la plataforma aseguró sentirse «abrumada» por la recepción de la iniciativa que calificaron de «éxito» horas más tarde en un comunicado. Antes, sobre el terreno, quién podía ocultar su entusiasmo era Esther Sánchez, una de las portavoces de la plataforma y alcaldesa de San Gil. Acumulaba asombro y alegría por la capacidad de convocatoria. «Es surrealista. Los que están aquí hoy -por ayer- podrían haberse quedado en casa o disfrutar del puente y se han caracterizado y se han gastado casi cincuenta euros en el viaje para venir a esta quijotada mayúscula», apostilla. José Luis fue otro de los tantos que respiraba la misma emoción. A sus 69 años, el placentino quizá era el más longevo que ayer recorrió la estación de Atocha. Con el recuerdo de los trenes de madera, su hija le dio a conocer la propuesta y tardó la mínima que asegurarse una vestimenta para asistir. Aclara que esa Extremadura de ‘Los santos inocentes’ ya no existe y añade que la indumentaria no es más que «una forma de llamar la atención». Justo este envoltorio añejo sirvió ayer para que más de uno tomara conciencia de la problemática.

La protesta se produce un día después de que más de 250 alcaldes hayan rubricado su compromiso con el pacto por el ferrocarril y del anuncio de Renfe que recuperará el Talgo en el primer trimestre del 2018, un modelo que cuenta con mejores prestaciones que el tren regional. Por el momento, el periplo de la llegada del tren rápido sigue su curso. El acuerdo del gobierno central es que habrá tren rápido en 2019 y que la vía estará electrificada en 2020. Mientras tanto, según publicó este diario hace una semana, desde junio, los trenes que viajan a Extremadura han sufrido una treintena de incidencias. Eso se traduce en una avería cada tres días. Ayer al menos, tras su breve estancia en la capital, los extremeños que ratifican un sentir común de la región recogieron las maletas y volvieron a recorrer el camino de vuelta donde al menos manifestaron su malestar y cumplieron su objetivo de tener voz.