Los duques de Lugo tenían pactadas las condiciones de su separación desde hace tres años. El documento ha estado guardado bajo llave a la espera de que el rey Juan Carlos diera su consentimiento, según informó ayer la revista Tiempo. Tres días después de que la Zarzuela confirmara oficialmente "el cese temporal" de la convivencia entre Elena de Borbón y Jaime de Marichalar, el todavía esposo de la infanta realizó ayer su primera aparición pública. Y lo hizo para arropar al médico que le ayudó a recuperarse del infarto cerebral que sufrió en el 2001: Valentín Fuster, que recibió de manos de la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, el premio Español con Relevancia.

Marichalar, que por la tarde recogió a Froilán y Victoria Federica del colegio, no hizo ninguna declaración. Tampoco lo hizo Elena cuando el miércoles llevó al colegio a los niños. Los tres se han mudado del ático de 500 metros que el duque compró hace años a una casa unifamiliar en la colonia madrileña de Fuente del Berro. Los hijos del matrimonio vivirán con la madre, pero el padre podrá verlos con mucha frecuencia.

A pesar de que el distanciamiento entre los duques era evidente desde hace años, la separación no es definitiva, según han recalcado fuentes de la Casa del Rey. "No hay abogados de por medio", explicaron. Nada más conocerse la noticia, la infanta Cristina aseguró que los altibajos son algo corriente en las relaciones de pareja y confió en una reconciliación entre ambos. De momento, Marichalar conserva el título nobiliario concedido por el Rey como regalo de boda, título que solo perdería en el caso de que la pareja llegara a divorciarse.