Muchos fueron los que pensaron que la aparición del CD firmaría la sentencia de muerte de los discos de vinilo. Si bien es cierto que durante unos años su venta cayó en picado, los álbums vuelven a tener adeptos y se han convertido en un objeto de culto entre los melómanos. Actualmente, mientras la venta de los compactos disminuye sin parar, el vinilo conoce un verdadero revival y sus ventas se han duplicado en el último par de años.

Los 33 y 45 revoluciones siempre han despertado pasiones. Los coleccionistas más originales recopilan los que tienen una estética particular. Es el caso de Alessander Benedetti que, al poseer más de 8.000 copias con un diseño particular, se ha convertido en el titular del récord Guiness en esta categoría.

ARTE Y MUSICA Más de 400 discos pertenecientes a esta colección privada han sido recopilados por el compositor y productor Giorgio Moroder en el libro Extraordinary records , publicado por la editorial Taschen en colaboración con la revista Colors.

La obra parece un colage de colores, formas y tipos, compuesto por los vinilos más relevantes, en cuanto a diseño se refiere, que se han editado en la historia de la música. El libro demuestra que no sólo las cubiertas de los vinilos pueden ser obras de arte.

Algunas de estas copias están ilustradas por el rostros de ídolos musicales como David Bowie, Brigitte Bardot y Withney Houston. En otros álbums se pueden identificar sellos de identidad de míticas bandas como la manzana verde de The Beatles; y algunos, más simples, solo tienen de original un color que no ha sido elegido por casualidad. Por ejemplo, Purple rain, de Prince, es violeta, y un sencillo de Pink Floyd es rosa. "El vinilo coloreado se destina a una primera edición limitada con una tirada que no supera las 2.000 copias. Después se edita en vinilo negro. El sonido de ambos es igual", explica Benedetti. "Pero es una afición que puede costar muy cara: una edición italiana de The Wall , de pink Floyd, de la que sólo se habrían distribuido 600 copias, vale unos 1.800 euros.