Israel ultima los detalles del enorme despliegue policial y militar que llevará a cabo a partir del 15 de agosto con motivo del desalojo de las colonias de Gaza y de cuatro del norte de Cisjordania. Unos 55.000 soldados y policías participarán en la operación, un esfuerzo logístico sólo comparable a las guerras en las que el Estado hebreo ha participado y que supera el mayor despliegue de las dos intifadas, la operación Muro de Defensa, del 2002.

"Todos los efectivos están en perfecto estado mental y físico", dijo ayer el comandante de la Policía de Fronteras Roni Ohana al término del segundo día de simulacros que unos 10.000 policías y soldados llevaron a cabo en el kibutz Kerem Shalom, en la frontera entre Gaza e Israel. Allí, los oficiales repetían a través de megáfonos la idea central de la misión: "Estamos evacuando a israelís, no a enemigos". De ahí que en los ensayos los soldados no llevaran armas, como sucederá durante la evacuación.

Eso sí, el resto del material es impresionante: escudos, sierras eléctricas para romper cadenas, cañones de agua, escaleras plegables, caballos, grúas, autobuses, jeeps , furgones policiales y hasta unas jaulas donde serán encerrados los colonos más violentos. Durante los ensayos, los soldados se separaron en dos grupos --militares y colonos, estos vestidos de naranja-- y escenificaron todos los escenarios posibles, desde la evacuación de heridos en ambulancias --con manifestantes y soldados manchados de sucedáneos de sangre-- hasta el desalojo de sinagogas, pasando por una incursión de un comando palestino, formado por dos soldados disfrazados con uniformes del Ejército de EEUU.

EXCESO DE CELO El celo con el que la tropa afrontó los ensayos causó que uno de los simulacros tuviera que ser interrumpido a causa de la violencia con la que los supuestos colonos se resistían a sus compañeros.

A salvo del abrasador sol, un grupo especial de 6.800 hombres y mujeres --divididos en 400 grupos de 17 personas-- ensayaban un texto: "Estoy aquí para aplicar una ley aprobada por la Knesset. Les pido que me acompañen y suban al autobús que les va a evacuar. Si necesitan ayuda para cargar sus pertenencias, estaremos felices de ayudarles". Es lo que, en un "tono cortés pero firme", dirán entre el 15 y el 17 de agosto a los colonos que no hayan dejado voluntariamente sus casas.

Un grupo de irredentos que, a tenor del aspecto que ofrecen las colonias, parece que no será muy grande. Los camiones de la mudanza están trabajando a destajo y asentamientos considerados radicales como Morag están ya casi vacíos. "Espero que todo el mundo se vaya. A partir del día 17, los que se queden tendrán que vérselas con el Ejército", dijo ayer Dan Harel, responsable militar de la evacuación.

A los ultranacionalistas les quedan ya pocas cartas. El consejo Yesha, que representa a los colonos, reunió ayer a miles de personas en Tel-Aviv con la vana esperanza de que el Gobierno cambie de idea. Pero su causa ya es claramente perdedora.