Dos actos de masas. Y casi dos países. Enfrentados, los defensores del Gobierno y los productores agropecuarios salieron ayer a las calles de Buenos Aires en vísperas de que el Senado discuta la ley que establece impuestos a las ganancias extraordinarias de las exportaciones de soja. El peronismo, con el expresidente Néstor Kirchner a la cabeza, se movilizó frente al Congreso. Y allí pidió una inmediata sanción de una norma que tiene a Argentina desde hace 126 días en conflicto permanente. Cientos de vehículos llenos de manifestantes del populoso cinturón urbano y de distintas provincias provocaron grandes atascos.

El campo, junto a conservadores, socialdemócratas y hasta maoístas, se reunió frente al Monumento a los Españoles, en el acomodado barrio de Palermo Chico. Sus líderes advirtieron de que, si el proyecto prospera, se acentuará una crisis que impacta con fuerza en la economía.

DENUNCIA Mario Llambías, dirigente de las Confederaciones Rurales Argentinas, anunció que, ante una eventual derrota legislativa, los productores recurrirán a la justicia. Y advirtió a los senadores de que pueden inclinar la balanza hacia uno u otro lado: "Algún día deberán desaparecer los traidores a la Patria". Para Kirchner, en esta ley se juega la suerte de su esposa, la presidenta Cristina Fernández. El exjefe de Estado sigue insistiendo en que hay una conjura en su contra. Por lo pronto, un sector del peronismo ya está en la oposición.