Visiblemente satisfecha por el final feliz de la asonada golpista del pasado fin de semana, la presidenta filipina, Gloria Macapagal Arroyo, anunció ayer en el Parlamento la creación de dos comisiones independientes para investigar la fracasada revuelta militar y las acusaciones de corrupción vertidas por los sublevados contra su Gobierno.

Entre ovaciones, vestida con un traje azul, rojo y amarillo --los colores de la bandera filipina--, Arroyo entró en el Congreso donde se celebró el debate sobre el estado de la nación. Un debate que se preveía difícil por la fuga del terrorista Fathur al Ghozi de la central de la Policía de Manila, y por los limitados avances sociales de su gestión. Sin embargo la rendición de los 296 militares golpistas convirtió el acto en victorioso.

ACCION DEPLORABLE

Arroyo comenzó su discurso refiriéndose a la intentona golpista, una acción que calificó de "inconcebible y deplorable, que recibirá todo el rigor de la ley". Añadió, sin embargo, que el incidente "fue una señal de la existencia de un problema que se debe solucionar" y ordenó una investigación para esclarecer las acusaciones de los sublevados. Los rebeldes acusan al Ejército de vender armas a insurgentes y culpan al Gobierno de orquestar los dos atentados de marzo y abril en Davao, que causaron 35 muertos, para obtener ayuda de EEUU contra el terrorismo.