Un terrorista suicida hizo estallar ayer su carga explosiva en la céntrica Plaza de Taksim de Estambul. La explosión hirió a 32 personas, entre policías y civiles Eran poco más de las 10.30 horas de la mañana hora local cuando un fuerte estruendo resonó en el centro de la Ciudad del Bósforo. El barrio de Beyoglu comenzaba a despertarse cuando un hombre joven se aproximó al destacamento de policía antidisturbios y a sus vehículos blindados estacionados en el lado oeste de la plaza. El terrorista trató de entrar en un autobús policial, pero fue bloqueado y detonó la bomba. "Vi que sangraba de la cabeza y sentí dolor en el pie. Debido a la tensión del momento no entendí bien lo que ocurría", explicó un testigo.

En total resultaron heridos 17 civiles y 15 policías. Cinco de los uniformados están en estado grave, aunque no se teme por su vida. El balance del atentado podía haber sido mucho peor, ya que durante estos días se celebra en Estambul la Feria del Libro y en el otro lado de la Plaza de Taksim, junto al Centro Cultural Atatürk, un gran número de personas esperaba a los autobuses con destino al recinto ferial, relató una ciudadana española. Una fuente consular explicó a este periodista que ningún español resultó herido y que todos los afectados eran turcos.

En medio de un gran nerviosismo, la policía acordonó la zona, la cerró al tráfico y desalojó a los viandantes. Los equipos especializados en explosivos comenzaron a rastrear la zona en busca de una segunda bomba. Según explicó posteriormente el jefe de la policía, Huseyin Çapkin, otro explosivo sin detonar fue encontrado junto al cadáver del presunto autor del ataque.

"No habrá ninguna indulgencia ante quienes tratan de desestabilizar Turquía y quebrar el ambiente de paz, estabilidad y seguridad", afirmó el primer ministro, el islamista moderado Recep Tayyip Erdogan.

SIN PISTAS Ni Erdogan ni las autoridades turcas que comparecieron ante la prensa señalaron posibles sospechosos. Al contrario, fueron inusualmente cautos. No hubo menciones a "la organización separatista", como se suele aludir al grupo armado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), ni a la "mano negra", un término que ha utilizado en ocasiones el primer ministro para referirse al estado profundo, una red de células ultranacionalistas y militares con intenciones golpistas.