Cuando llegó al poder, hace casi 10 años, Tony Blair resumió las prioridades de su Gobierno en tres palabras: "Educación, educación, educación". Ayer, el factor clave del último puñado de leyes que marcarán el fin de la era blairista fue algo muy distinto: seguridad, seguridad, seguridad. "En el corazón del programa de mi Gobierno están las nuevas disposiciones para conseguir comunidades fuertes, seguras y estables y para enfrentarnos a la amenaza del terrorismo", declamó la reina Isabel II, envuelta en joyas y pieles, leyendo las primera líneas de la propuesta del Ejecutivo, en la solemne apertura del Parlamento británico.

VICTIMAS EN EL CORAZON "Mi Gobierno va a poner a las víctimas en el corazón del sistema de justicia penal, apoyando a la policía y a todos los responsables de la seguridad pública", prosiguió la soberana en la que fue la última ceremonia de este tipo para Blair en calidad de primer ministro, y la primera a la que asistió como líder opositor el conservador David Cameron.

Juntos, de pie, como marca la tradición, escucharon el resumen de las 29 leyes, seis de ellas relacionadas con temas de Interior, que el Ejecutivo pretende aprobar y de cuyo contenido exacto se conoce bastante poco. El paquete incluye una nueva normativa de medio ambiente, la revisión de las pensiones estatales, algunas disposiciones para luchar contra el fraude y las reglas que harán posible la reapertura de las instituciones autónomas en Irlanda del Norte.

PRECIO POLITICO En el programa, la política exterior del Gobierno se limita a un vago compromiso para tratar de buscar un acuerdo de paz entre Israel y Palestina y el deseo de apoyar al Gobierno de Irak. Este desastroso conflicto, que le costó la enorme popularidad con la que llegó al poder, quedará como el legado de Blair, que busca dedicar esta última etapa al combate del terrorismo, la delincuencia, los comportamientos antisociales y la inmigración ilegal.

La nueva ley de justicia penal, ya defendida por el ministro de Interior, John Reid, en verano, pretende aumentar de dos a cuatro años de cárcel la pena por llevar un arma blanca. Una de las más polémicas propuestas es el nuevo intento de extender a 90 días la detención preventiva de cualquier sospechoso de actividades terroristas sin formular cargos. Blair ya sometió a votación la iniciativa hace unos meses y fue derrotado, quedando establecido el plazo máximo de arresto en 28 días. El Gobierno pretende otorgar además nuevos poderes a la policía para reforzar las fronteras, facilitar el seguimiento de delincuentes extranjeros y la tarea de deportarles a su país de origen.

Amplio y ambicioso sobre el papel, el programa legislativo es prácticamente imposible de sacar adelante con un líder en retirada. En la Cámara de los Comunes, Cameron acusó a Blair de estar utilizando "la política del miedo" para encubrir unos "planes huecos". "La tragedia de este primer ministro es que promete demasiado y logra muy poco", afirmó el líder de la oposición. Los planes del Gobierno, añadió, "no hablan de mantener los hospitales abiertos, o las calles más seguras, sino de mantener en el poder al Partido Laborista, cansado y desacreditado". Blair respondió acusando a Cameron de "no haber tomado una decisión dura en toda su vida".

El Departamento de Medio Ambiente desveló, por su parte, el contenido del proyecto de ley que fija el objetivo de reducir las emisiones de dióxido de carbono en la atmósfera en un 60% para el año 2050. También propone la creación de una comisión independiente que se encargue de velar por el cumplimiento de estos objetivos. Blair rechazó la propuesta de los conservadores, quienes quieren que los objetivos de reducción de emisiones de gases se fijen anualmente.