George Bush no vio el viernes el moho, las goteras, las ratas y las cucarachas que hicieron del hospital Walter Reed de Washington un emblema del abandono sufrido por los veteranos del Ejército en EEUU. Sin embargo, en su primera visita al centro después de que una serie en el diario The Washington Post sacara a la luz los problemas de los soldados para recibir tratamiento y forzara dimisiones en el Ejército y tres investigaciones, el presidente admitió "fallos burocráticos y administrativos" y que "el sistema falló". "Vamos a arreglarlo" fue su compromiso.

Bush pasó dos horas en el hospital en Washington, pero no paseó por el Edificio 18, donde se habían identificado la mayoría de los problemas --a los que se suman pesadillas de enredos burocráticos que dificultan el acceso de los veteranos a programas médicos--. Posó junto a algunos soldados amputados y convalecientes, entregó corazones púrpura y habló con pacientes sin la prensa como testigo.

Tras la visita, Bush habló durante 10 minutos al personal médico. "Me preocupan los relatos de los soldados de todo lo que no ha funcionado --dijo--. No está bien que alguien que voluntariamente viste uniforme no tenga la mejor atención médica posible. Me disculpo por todo lo que han tenido que pasar y vamos a arreglar el problema".

MANIOBRA PUBLICITARIA Para algunos, como la senadora demócrata de Washington Patty Murray, la visita fue una "maniobra publicitaria". Las críticas las alimentó la decisión de prohibir a la prensa seguir la visita e incluso entrevistar a pacientes, una prohibición para la que se adujeron razones logísticas. Según relataba ayer The Washington Post , el hospital sí puso a disposición de los periodistas dos médicos "que hablaron ardientemente de la visita del presidente y no tenían ninguna información sobre los problemas".

El escándalo del Walter Reed forzó la destitución de tres altos cargos del Ejército y lo están estudiando tres comisiones.