Tras ganar las elecciones, Bush prometió un sistema de defensa sucesor de la ´guerra de las galaxias´, de reganiana memoria. Después, el 11-S demostró que, de haber existido, aquel escudo espacial nada hubiera podido hacer contra unos aviones comerciales convertidos en mortíferas armas. Las amenazas son hoy más variadas, y no todas, como indica el terrorismo, requieren sofisticados artilugios para combatirlas. Pero la carrera armamentista vuelve. En la línea de salida también estarán Rusia y China, y los ´estados parias´.