Se ha convertido en un tema estrella de conversación en EEUU. A favor o en contra, todos quieren opinar sobre la mezquita de la zona cero, un asunto que domina desde hace semanas las tertulias, las páginas de los periódicos y el inabarcable universo de internet. Hay quien dice que con el Congreso de vacaciones y la sequía informativa de estas fechas los medios necesitaban un tema para el verano.

La pregunta obligada es inevitable. ¿Carne de cañón ante la proximidad de las elecciones legislativas o realmente sigue ganando terreno la islamofobia en el país? De los 305 millones de personas que viven en Estados Unidos, unos dos millones y medio son musulmanes, que pueden ir a rezar a las 1.900 mezquitas repartidas por su extensa geografía. Aunque de forma minoritaria, están representados en el Capitolio por Keith Ellison y Andre Carson, los dos congresistas seguidores de Alá. En otoño abrirá la primera universidad islámica del país, y hasta la actual Miss USA es musulmana.

Entonces, ¿por qué tanto revuelo por una mezquita más? Tierra de emprendedores que defienden a ultranza la iniciativa privada y que presume de libertades religiosas, ni los más críticos niegan el derecho a que sea construida, pero el recuerdo de los atentados del 11-S está aún demasiado fresco y muchos consideran muy inoportuno levantar un centro cultural islámico a escasos metros del lugar en que se elevaban las Torres Gemelas.

EN EL PUNTO DE MIRA El rechazo a todo lo que tenga que ver con el islam gana adeptos y los esfuerzos para desvincularlo del extremismo se van a veces por la borda. Una comunidad, la musulmana, cada vez más integrada pero que se siente en el punto de mira desde que Mohamed Atta y sus secuaces sembraron de caos las calles de Nueva York e implantaron la semilla del resentimiento, resumido en una de las pancartas que pueden verse últimamente: "Todo lo que necesitaba saber del islam lo aprendí el 11-S".

Según una encuesta de Time , dos de cada tres estadounidenses se oponen a la mezquita. Y ante la pregunta de si el islam estimula más la violencia que otras religiones un 46% responde que sí y un 39% cree que no. Pero cuando se plantea si apoyarían una mezquita cerca de su casa, más de la mitad dice que no tendría ningún problema.

Detrás de Park51, nombre de la mezquita de la discordia, está el imán Faisel Abdul Rauf, de la organización Iniciativa Córdoba, que aboga por mejorar las relaciones entre el islam y Occidente. La idea de levantar un centro cultural islámico en el sur de Manhattan empezó a labrarse poco después de los atentados, siempre con la idea de plantar una semilla positiva en el área castigada por el 11-S. Sin duda, un asunto susceptible de herir sensibilidades.

Las voces críticas surgieron enseguida, empezando por algunos familiares de las víctimas, que consideraban el proyecto un insulto a la memoria de sus seres queridos. Otros, sin embargo, creyeron que ya iba siendo hora de pasar página y dejar que las heridas cicatrizasen. En todo caso, se trata un asunto local que despertaba alguna que otra ampolla pero que no había traspasado las fronteras de Nueva York. Tenía el visto bueno del alcalde Michael Bloomberg, pero el debate empezó a encenderse cuando entraron en escena algunas voces ultraconservadoras, aparentemente deseosas de despertar viejos temores. De un centro cultural islámico en un nuevo edificio de 13 plantas en la calle Park Place, a dos manzanas del World Trade Center, se pasó a hablar de la mezquita de la zona cero, con toda la carga simbólica que conlleva.

Muchas de las claves para entender el revuelo residen en la proximidad de las legislativas de mitad de mandato. El 2 de noviembre está cada vez más cerca y a los republicanos les viene como agua de mayo resucitar los fantasmas del 11-S después del varapalo que sufrieron en las presidenciales del 2008.

La republicana Sarah Palin y líderes mediáticos como Glenn Beck hablaron de provocación, de insulto a la memoria de los mártires del 11-S, de bofetada a sus familias... El debate se expandió y hasta Barack Obama intervino. "Nuestro compromiso con la libertad religiosa debe ser inquebrantable", afirmó el presidente, que horas más tarde matizó que no entraba a juzgar sobre la idoneidad del lugar.

CAMBIO DE EMPLAZAMIENTO El gobernador David Patterson ha ofrecido terreno público y cada vez son más las voces que piden el traslado, como el arzobispo Timothy Dolan, que estos días ha recordado unas palabras del papa Juan Pablo II cuando ordenó cambiar de emplazamiento un convento cercano a Auschwitz. "Mantengamos la idea, pero cambiemos el lugar".