No está escrito en ninguna parte que deba ser así, pero es una realidad que si uno quiere hacer política en EEUU tiene que tener una considerable fortuna personal. La senadora de Nueva York y favorita demócrata en la carrera hacia la Casa Blanca, Hillary Clinton, no es una excepción, y aún más si se tienen en cuenta los beneficios de su marido, Bill Clinton. Para evitar problemas de conflicto de intereses que pudieran dañar a Hillary, el matrimonio ha decidido vender un fondo de inversión valorado entre 3,7 y 18,7 millones de euros.

Desde que Bill fue gobernador en Arkansas el matrimonio tenía lo que se denomina un fondo ciego: un cajón en el que invertían ahorros y que gestionaba un apoderado, sin que ellos tuvieran conocimiento de a qué se destinaba el dinero. A petición de de la Oficina de Gobernanza Etica, Hillary abrió el fondo en abril y se dio cuenta de que sus inversiones eran potencialmente dañinas para su campaña: empresas farmacéuticas como Johnson & Johnson y Pfizer, petroleras como Exxon Mobil, BP Amoco; dos de las principales firmas del negocio militar (General Electric y Raytheon) y WalMart; el gigante comercial conocido por sus abusivas políticas laborales, entre otras.