La violencia política regresó ayer a Beirut. Un coche bomba cargado con 350 kilos de explosivos mató al exprimer ministro y diputado libanés Rafic Hariri y a 11 personas más cuando estalló al paso de una caravana de vehículos en la que viajaba el multimillonario. Representantes de la oposición libanesa convocaron una huelga de tres días y culparon a Siria --un país que mantiene al Líbano en un régimen de semiprotectorado-- y a sus aliados (el Gobierno libanés) de haber fomentado el asesinato, ya que Hariri dimitió el pasado mes de octubre por su oposición a la presencia siria en el país.

Eran casi las 12 del mediodía cuando el coche bomba estalló en pleno paseo marítimo de Beirut al paso de la caravana de Hariri, que regresaba de una sesión parlamentaria. La descomunal explosión originó un gran cráter, incendió al menos 20 coches, causó destrozos en varios edificios e hirió a unas 100 personas. El grupo islamista Organización de la Victoria y la Yihad en los países Sham (Siria, Jordania, Palestina y el Líbano) se atribuyó el asesinato de Hariri, al que acusó de ser un "agente saudí". El Gobierno libanés, reunido de emergencia, condenó el atentado mientras que el presidente del país y principal adversario de Hariri, Emile Lahud, dijo que el objetivo del ataque es "minar la estabilidad del país".

COINCIDENCIA En que el asesinato de Hariri amenaza la precaria estabilidad libanesa coincidió todo el mundo. El país se prepara para las elecciones del mes de mayo, en las que los partidarios y los contrarios de la presencia siria dirimirán sus fuerzas. Desde la guerra civil, Damasco mantiene 14.000 soldados en el país, el factor más importante en la política.

La tutela siria sobre el Líbano llevó a Hariri a dimitir el pasado octubre, tras 12 años como primer ministro. El multimillonario se opuso a que el prosirio Lahud extendiera tres años su mandato sin pasar por las urnas. Desde su renuncia, Hariri se convirtió en una especie de líder de la oposición en la sombra.

Damasco se apresuró ayer a condenar el "horrendo atentado terrorista" y el presidente sirio, Bashar el Asad, hizo un llamamiento a la unidad de los libaneses. El ministro de Información, Mahdi Dajl-Alá, destacó que el atentado se produce "en un momento en que hay una gran presión internacional sobre el Líbano y Siria para que se plieguen a los deseos de Israel en la región". Irán, para no romper la norma en Oriente Próximo, acusó a "organizaciones terroristas sionistas", mientras que la milicia Hizbulá calificó el asesinato de "acto cobarde".

ADVERTENCIA EEUU, por su parte, no culpó abiertamente a Siria, pero insistió en que el Líbano "debe liberarse de la violencia y de la ocupación siria". Y, en una clara advertencia a Damasco, el portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, aseguró que Washington llevará a cabo consultas con los otros miembros del Consejo de Seguridad para adoptar "medidas contra los responsables". La UE instó a Beirut a continuar con el proceso electoral y el presidente francés, Jacques Chirac, pidió una investigación internacional sobre el asesinato de Hariri.

´PROTECTORADO´ DE DAMASCO Devastado por una sangrienta guerra civil entre 1975 y 1990, que enfrentó a las diversas comunidades que componen el país --cristianos, musulmanes sunís, musulmanes shiís, drusos--, y refugio para casi 400.000 refugiados palestinos, el Líbano fue también el campo de batalla utilizado por otras fuerzas regionales --Israel, Siria y las milicias palestinas-- para dirimir sus propios conflictos.

Israel invadió el Líbano en dos ocasiones --en 1978 y 1982-- y Siria mantiene todavía 14.000 soldados y ejerce una fuerte tutela sobre el país.