Fue llegar y besar el santo. Alí Himma, amigo íntimo del rey Mohamed VI, ganó las elecciones municipales marroquís en un tiempo récord. Su nueva formación, el Partido de la Autenticidad y la Modernidad (PAM), que apenas cuenta con diez meses de vida, logró el 21,7% de los votos, haciéndose con la mayoría de las concejalías y desbancando a partidos históricos que forman parte de la coalición gubernamental, como los nacionalistas o los socialistas. Los islamistas del Partido de la Justicia y el Desarrollo también recibieron un fuerte varapalo, tras quedar en sexto lugar, con el 7,47%. Sin embargo, irradiaban felicidad después de conocerse detalladamente los resultados, porque resultaron ser la fuerza más votada en las principales ciudades del reino alauí.

Algunos dan por hecho que Alí Himma acata a rajatabla las consignas del soberano Mohamed VI, a quien no le gustan los partidos tradicionales, y aspira a construir una clase política renovada, fuerte y moderna, que acabe con un sistema de partidos balcanizado, una idea creada por su padre, Hassan II.

El proyecto del PAM es ambicioso, aunque con un porvenir incierto, porque "se trata de una formación fabricada por la Administración y que no ayudará a la moralización de las ideas políticas", apuntaron observadores internacionales a esta corresponsal. Si los pronósticos no fallan Alí Himma será, más pronto que tarde, el primer ministro del Gobierno marroquí.

DISTINTAS CORRIENTES Los resultados electorales demuestran que Marruecos corre a dos velocidades distintas: la del mundo rural y la de los núcleos urbanos. La victoria aplastante de Alí Himma estaba cantada en las poblaciones con menos de 35.000 habitantes, donde centró prácticamente toda su campaña y, como estaba previsto, obtuvo el mayor número de apoyos electorales.